El hombre abrió la carta con cierta ansiedad, recibir noticias de un viejo amigo que reside tan lejos es motivo de satisfacción, por supuesto, pero provoca también cierta angustia y ganas, muchas ganas, de conocer su contenido. Tras leerla, repasó concienzudamente un breve párrafo, apenas unas líneas. Líneas que contenían una información que de ser cierta, no sólo daba sentido a su lucha de tantos años, sino que suponía un salto cualitativo en la misma, un ataque frontal a dos décadas de casi total impunidad. Segundos después, tras reaccionar al impacto de la noticia, abandonaba precipitadamente la habitación, dejando a la luz el sobre remitido desde Argentina, y la hoja cuyas líneas le habrían de golpear una y otra vez la cabeza desde ese momento, y durante 8 largos años más. “He visto a ese cerdo miserable, Adolf Eichmann. Vive en las cercanías de Buenos Aires y trabaja en el abastecimiento de aguas….”. Simon Wiesenthal se puso en marcha, tenía razón en su ansiedad previa, esa carta no era una más.

Casi una década después, Peter Malkin se disponía a culminar una de las misiones secretas más audaces de la historia del joven estado de Israel, a decenas de miles de kilómetros de Tel Aviv, en una esquina de la calle Garibaldi, de San Fernando, Argentina. “Tantos días enjaulado en un coche delante de la puerta de ese individuo, me sé sus facciones de memoria, hasta en plena oscuridad podría reconocerle”, se decía mientras se ajustaba sus nuevos guantes de cuero, dándose ánimos en silencio. “Es un viejo confiado, su hijo le ha perdido, no creo que me otorgue el gusto de resistirse”….Puntual como un reloj, el autobús proveniente de González Catán llegaba a su hora, el anciano con mono de faena viaja sin compañía, como de costumbre, su jornada como electricista en la fábrica de Mercedes-Benz ha finalizado sin contratiempo, en su billetera guarda un documento de identidad en el que reza “Ricardo Klement”. Al acercarse a la esquina de su casa le llama la atención un enorme vehículo que está aparcado en la acera. Alguien se le acerca por la espalda, “es el momento”, se dice Malkin, recordando a su hermana y sobrinos y sobrinas muertos/as en los campos de exterminio nazis en Europa justo cuando toma del brazo a su presa y le dice “un momentito, señor”. El anciano se da la vuelta y se sorprende momentáneamente, no por el hecho de ver un arma tantos años después, sino por el marcado acento alemán de su misterioso asaltante. No se resiste, la fuerza del agresor es lo suficientemente importante como para intentar cualquier respuesta, pocos segundos después el mundo se le vuelve oscuro, negro, no ve, sólo oye voces ansiosas y algún que otro insulto. “Ya está, me han reconocido” –se dice el viejo-. “Ya está, es nuestro” –se dice Malkin-.

“No sé cuántos días han pasado, me metieron en una especie de habitación y apenas cruzaron palabra conmigo. Sé quiénes son, pero a dónde me llevan no….Podrían sacarme esta venda de los ojos, me aprieta y me hace doler más la cabeza….Anoche me inyectaron algo, me sentí mareado, ido, perdido…Y ahora este ruido intenso, permanente, de motores, no estoy en un barco eso seguro, pero tampoco en un coche, puede que en un avión…..Qué olor, comida, ciertamente tengo hambre, me han leído el pensamiento”…..

Tras ponerle su ración de comida por delante, el oficial del Mossad se dirigió al viejo con gravedad, pero con cierta sorna, “bienvenido a bordo Eichmann, en estos momentos sobrevolamos el Atlántico, en pocas horas estará usted en Tel-Aviv, que disfrute del kosher….”. Los Nokmin han triunfado una vez más, la “Operación Garibaldi” ha sido un éxito.


Adolf Eichmann era un devoto seguidor del nazismo, un integrista acérrimo. Nacido en Solingen, Alemania, el 19 de marzo de 1906, se trasladó con su familia, antes de la prematura muerte de su madre, a Linz, Austria, donde vivió toda su juventud. De pequeño tuvo relaciones con judíos/as de su entorno, de hecho, aprendió a hablar yidish y hebreo, hasta que se afilió al partido nazi austríaco, con el que su padre tenía una estrecha relación, en 1932, y en la SS poco después; fue acumulando ascensos meteóricos hasta que fue trasladado a Berlín en 1934.

Hasta el comienzo de la II Guerra Mundial, Eichmann se encargó de mantener relaciones con el movimiento sionista para encauzar una salida masiva de judíos/as hacia Palestina, tras el comienzo de la contienda, y después de ascender a Teniente Coronel en 1941, fue el principal encargado de la identificación y control de la población judía de los países ocupados (fue uno de los artífices de la creación de los llamados “Judenräte”) , y de la logística del transporte de prisioneros/as a los centros de exterminio. Por manos de Eichmann, como líder de la Sección IVB4 de la Gestapo, pasó el destino de millones de personas que terminaron sus días en los hornos crematorios de los campos de concentración de Europa Oriental; su eficiencia era tal, que llegó a sorprender a sus superiores, y en ocasiones a contradecirlos, a la hora de hacer finalizar los asesinatos masivos cuando Alemania se dirigía sin remedio a la derrota.

Tras la finalización de la guerra, Eichmann fue apresado por la Armada de EEUU, aunque con identidad falsa, por lo que no fue encausado al considerársele un prisionero “menor”. Un año después se fugó, y permaneció escondido hasta que logró un salvoconducto para trasladarse a Italia, con el nombre de Ricardo Klement. Ayudado por un fraile dominico, consiguió documentos visados por la Cruz Roja Internacional y huyó a Argentina en julio de 1950. Su rastro se pierde en Catamarca, al norte del país, en un refugio que compartió con otros nazis huidos de la Justicia.

Pocos años después, Lothar Hermann, un judío superviviente de Dachau, residente en la provincia de Buenos Aires, reconoció a Eichmann de una manera casi casual. Su hija Sylvia había trabado amistad con un joven que llamaba su atención, entre otras cosas, por sus comentarios antisemitas. Era un hijo del jerarca nazi huido, quien había conseguido reunir a toda su familia en el país sudamericano. La carta que el propio Hermann envió a Wiesenthal a principios de la década de los cincuenta del pasado siglo, fue el pistoletazo de salida a la futura “Operación Garibaldi”.

En mayo de 1960 se celebraba en Argentina el 150 aniversario de la Independencia. Se llevaron a cabo diversos actos a los que fueron invitados personalidades internacionales provenientes de distintos países, entre ellos Israel, que por primera vez vería uno de sus aviones, de la compañía “El-Al”, aterrizar en suelo argentino. Ése fue el momento elegido por el gobierno de David Ben Gurion para llevar a cabo la captura de Eichmann. Wiesenthal desechó la opción de pedir a las autoridades judiciales argentinas colaboración, ya que ello podría suponer una oportunidad para que el escurridizo nazi huyera de nuevo, por lo que la llamada “Operación Garibaldi” se puso en marcha en secreto. El grupo de Nokmin liderado por un joven agente llamado Peter Malkin se apostó a las puertas de la casa de Eichmann durante semanas, para seguir sus movimientos. Tras apresarlo y retenerlo en un lugar secreto durante diez días, fue disfrazado como un trabajador de la aerolínea israelí, sedado y metido dentro de un avión con destino a Tel-Aviv. El 12 de mayo de 1960 Ben Gurion anunció la detención de Eichmann ante la indignación de las autoridades argentinas, que denunciaron la violación de su espacio terrestre y aéreo para cometer un secuestro.

Sometido a juicio oral en Tel-Aviv, Eichmann arguyó en su defensa que se limitaba a cumplir órdenes de sus superiores, y que no se cebó nunca en su trabajo contra la población hebrea en exceso. Condenado a muerte, el 1 de junio de 1962 fue ahorcado, y sus cenizas esparcidas en aguas internacionales desde un buque de la Armada israelí.

Casi 50 años después, Israel reconoció oficialmente la autoría de este operativo, aunque Ben Gurion anunció la captura en su momento, nunca se dieron detalles de cómo se había llevado a cabo.

Glosario:

Nokmin: Grupo de “Vengadores” del Mossad, encargados de operaciones de élite dentro del espionaje israelí. Famosos por sus misiones secretas de captura o eliminación de enemigos del estado de Israel.

Simon Wiesenthal (1908-2005): Superviviente de varios centros de exterminio, aseguró haber perdido a 89 miembros de su familia durante el Holocausto. Contribuyó a detener a decenas de nazis huidos tras el final de la II Guerra Mundial, trabajo al que dedicó casi toda su vida. Su participación en la detención de Eichmann fue puesta en entredicho por el ex líder del Mossad Isser Harel, y por otro cazanazis llamado Tuviah Friedman, años después de la “Operación Garibaldi”.

Peter Malkin (1927-2005): Agente del Mossad, detuvo personalmente a Eichmann en la puerta de su casa. Se puso guantes de cuero durante la operación para “no tocar a la persona que provocó la muerte” de su hermana, sus hijos, y otros miembros de su familia.

David Ben Gurion (1886-1973): Uno de los Padres de la Patria de Israel, fue presidente entre 1948 y 1954, y posteriormente entre 1955 y 1963. Su audacia fue esencial a la hora de derrotar a los vecinos árabes durante la primera guerra en Oriente Medio en 1948. Destinó parte de su gestión a la caza de nazis huidos.

Mossad: “Instituto Central de Operaciones y Estrategias Especiales”. Creado en 1951 está considerado como el mejor servicio secreto del mundo. Famoso por sus operaciones secretas de detección y eliminación de enemigos de Israel, entre las que destaca las actividades de represalia contra movimientos palestinos tras el ataque de los Juegos de Munich en 1972, que duraron años y acabaron con la vida de decenas de líderes políticos, militares e intelectuales de dichos grupos, por medio de actuaciones plenas de audacia y precisión.