He tomado prestado del último libro del maestro LeCarre el título porque creo perfectamente que refleja lo que es nuestro equipo desde tiempos inmemoriales.
Todos los que somos aficionados al Betis vemos como la desilusión se apodera de nuestro club, donde año tras año, temporada tras temporada, el equipo no está a la altura, ni en una mínima parte, a lo que se espera de ellos; donde ser béticos, como nuestros hijos, tiene un mérito enorme y los hace rozar el heroísmo entre amigos y compañeros.
¿Qué le pasa a este equipo con una marca comercial brutal, con 40.000 fieles seguidores a cambio de nada, con más de un millón de simpatizantes a lo largo y ancho del orbe y que nunca está a la altura? Importante bagaje, que los del trastero del Nervión Plaza, con todos sus títulos, miran con envidia (por desgracia, lo único que les hace daño)
La explicación, desde mi punto de vista, es que “Volamos en círculos”, con lo que eso conlleva, el NO AVANZAR NUNCA.
En esta Sevilla nuestra, donde “figurar” es uno de los aspectos más deseados, el Betis es el culmen al que aspiran todos los que quieren ese “título”.
Y que tenemos, pues que todos quieren ser presidente de este bendito club, pero ojo, con mando en plaza, que si cualquier persona del club puede hacerme sombra pues a la calle, de ahí que se rodeen de mediocres y serviles. Entiendo que al no haber un socio mayoritario o potente, cualquier decisión tiene que ser consensuada con otros accionistas y ahí cada uno pide algo según sus intereses.
¿Y ciertos empleados del club? Pues simplemente observar como es el nuevo jefe y bailarle el palo en el agua, así me perpetúo en un segundo plano y dejo que pase las olas. Los nombres, todos los conocemos. No se les exige nada, solo sumisión y lealtad, que nos jugamos mucho.
Los jugadores, nivel de exigencia cero. Aquí han venido grandes jugadores y parece que nunca hayan jugado a nada. Es una tierra donde se vive bien, un equipo sin nivel de exigencia y donde los vaivenes por el poder, la lucha por el trono de hierro, están a la orden del día y solo se pasa de puntillas por el aspecto deportivo, es el perfecto caldo de cultivo, para que chavales de veintipocos años, no asuman ninguna responsabilidad.
La cantera, tengo pocos datos pero me pregunto ¿que hace que cada vez que un chaval, pongamos del Bilbao, debuta en primera parece que lleva jugando toda la vida y no desentona?¿Cuánto amiguismo existe en la política de nuestra cantera?
Los entrenadores, pieza fundamental para no hacer el ridículo en primera. Para ahorrarnos cuatro perras a cualquiera que empieza le otorgamos un club de más de 100 años, con 40.000 socios y donde se aplaude y se ensalza nada más que se baje del autobús con solo presentar el DNI..
La afición, es lo único salvable del club, pero tendemos al ombliguismo y al conformismo (aunque este año estoy viendo un cambio en la exigencia) y es verdad que pasamos de la crítica a la euforia y de ahí al “Zombismo” y así una y otra vez.
“Volar en Círculos” eso es lo que llevamos años haciendo. Por eso se habla de Mel, de Lopera,de Merino, de Cañas, de Gordillo, de los de la fundación, de Bitton, de Buenaventura, de los “notables”, de Calero,de…
Por eso hay gente que echa de menos a D. Manue, porque es verdad que entonces le jugábamos de tú a tú a los palanganas, aunque fuera esquilmando y hacernos casi desaparecer.
Por eso hay gente que quiere que venga un potentado que nos compre, queremos ser como el Chelsea y quizás nos quedemos como el Español o el Málaga (no tan alejados de nosotros).
¿La solución? Yo no la tengo. Y diréis, con razón ¿Y para eso escribe este tanto?
Este escrito es sólo una reflexión que me hago tras tantos años de desilusiones y creo que se las debo a mis hijos, a los que les he inoculado este virus que tantas decepciones les da.
Dejemos de volar en círculos, avancemos, dejemos las luchas de poder, dejemos en manos profesionales las parcelas, limpiemos los estamentos de viejas guardias.
Invirtamos en apuestas seguras (entrenadores, jugadores, pocos pero con calidad) intentemos cambiar o si no transformar nuestro ADN fatalista, introduciendo un gen ganador. Somos apetecibles por nuestro “presunto” potencial, aprovechemos ese tirón pero alejémonos de los “arribistas”
Nosotros somos el problema y nosotros somos la solución.
Un saludo
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