Rara es la casa de los pueblos sevillanos de Los Corrales o Martín de la Jara donde no haya una foto de Diamantino García Acosta (1943-1995), el salmantino que iba para médico y se hizo sacerdote, para tormento de cierta Iglesia que no vio con buenos ojos a un cura que daba misa en vaqueros y no cobraba a los jornaleros bodas ni entierros.

El día 24 de octubre es aniversario de su nacimiento y por eso, porque trabajo en un Instituto que lleva su nombre, quiero hacer una breve semblanza de este sacerdote tan especial.

Diamantino García Acosta nació en Salamanca en el año 1944. Con cinco años, su familia se traslada a Sevilla instalándose en el barrio del Cerro del Águila. Es aquí donde vive su infancia y su adolescencia.

En 1969 se ordena sacerdote y pide ser trasladado "allí donde no quería ir nadie". De esta forma, llega al pueblo de Los Corrales, en la sierra sur de la provincia de Sevilla, comarca social y económicamente muy deprimida en aquella época. Renunció desde el principio a su paga como sacerdote, ganándose el pan, literalmente, con el sudor de su frente, trabajando, como uno más, de jornalero y de temporero.

En 1976 fundó el Sindicato de Obreros del Campo (SOC). Creó la ONG, "Entrepueblos", y en 1991 fundó la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía. Así mismo, fue uno de los precursores de la Candidatura Unitaria de trabajadores (CUT).
A Diamantino le atribuyen reivindicaciones fundamentales para dignificar las condiciones de trabajo: le plantó cara a los patronos y a la mismísima RENFE, para que los vendimiadores dejaran de viajar en trenes de tercera.

“Estuvo trabajando de camarero en plena eclosión del turismo balear, no miraba para otro lado cuando se cruzaba en la playa con chicas en biquini, se venía a la discoteca, él evangelizaba en cualquier sitio”, comenta una persona que lo conoció allí en Mallorca.

Por su sinceridad y entrega, fue respetado y temido por las autoridades,tanto civiles como religiosas. Fue vigilado, perseguido, multado, encarcelado...

“Yo soy reacio a Dios, pero teniendo a Diamantino, era como tener a Dios al lado, te voy a decir una cosa, Mamen, que sólo lo saben en mi casa: cuando voy de viaje, nunca me acuerdo de Dios para que me proteja, me acuerdo de Diamantino”, me comentó el padre de una amiga que es de Los Corrales.

Falleció en Sevilla el 9 de febrero de 1995. Con anterioridad, el Gobierno Andaluz le había concedido la Medalla de Andalucía. Había vivido con radicalidad su compromiso de servir a los pobres y a la justicia.

"No existen causas perdidas, sino causas difíciles". "Las causas por las que luchamos son difíciles, pero son tan justas que algún día las ganaremos" (Diamantino García Acosta).

Personas como él no debieran morir nunca.