[CENTER]Llegan los Carnavales[/CENTER]

Los festejos carnavalescos evocan a Juan Ruiz, Arcipreste de Hita; y su compleja obra, el Libro de Buen Amor, escritor del siglo XIV que sabe conjugar la alegría del vivir con la seriedad moralizadora del clérigo, junto a una clara intención didáctica.
La “Batalla de don Carnal y doña Cuaresma” es una parodia de la épica, los ejércitos de don Carnal y de doña Cuaresma están compuestos por diferentes manjares de carne y de pescado, respectivamente, que se atacan y matan. El ejército de don Carnal es vencido, y su jefe encarcelado; pero el Domingo de Ramos logra escapar, al tiempo que doña Cuaresma desaparece. Y entonces don Carnal, en un pasaje en el que la sátira antieclesiástica se hace patente, es recibido con grandes honores por distintos representantes del clero.
Está compuesta por 247 estrofas de 4 versos, con un total de 988 versos alejandrinos (escrito todo él en cuaderna vía, la estrofa culta preferida por los poetas del Mester de Clerecía)

Yo he adaptado esta batalla entre Don Carnal y Doña Cuaresma al tiempo actual, imaginándomela así:
Es don Carnal un joven de naturaleza alocada y libidinosa abocado a noches de locura y desenfreno, sin fin. Una bacanal de luz, colores, música y mucho ritmo anuncia la llegada de tan preciado mozo. Las calles se iluminan, la gente a pesar del frio las invade, risas, canticos, tumultos, que ruidoso muchacho. Es una semana intensa donde D Carnal se instala con mucho bombo, noches de poco dormir y ojeras en aquellos que no tienen la suerte de pillar vacaciones. Pero el muchacho se mueve y donde aunque sea por horas hace acto de presencia lo inunda de música y bailes.

Doña Cuaresma es una muchacha tradicional y sensata, poco dada a excesos y locuras, una chica bien como dirían las abuelas, siempre recatada en sus actos, comedida en sus palabras. Por donde pasa no levanta grandes pasiones, más bien pasa desapercibida, su estancia es ms larga que la de D. Carnal, pero más tranquila, más reposada. Nadie la espera con ansia.
A pesar de su recato Doña. Cuaresma se ha fijado en el mozo que por donde pasa deja un reguero de sonidos y risas, le parece hermoso. Es un amor imposible, cuando ella llega él se acaba de ir. Y además: ¿Cómo iba a fijarse en una mujer tan sobria como ella? Lleva años dándole vueltas, le gustaría conocerlo, no es tan difícil, piensa: la gente se esconde debajo de mascaras, o inventa atuendos que nunca llevaría.
Decide por una vez saltarse las tradiciones, se adelantará unos días, se esconderá, como todo el mundo, debajo de un atuendo de colores, reirá, cantará, bailará. ¿Será capaz de hacerlo? ¿Será capaz de llamar la atención de su amado? Demasiadas preguntas se agolpan, y una sola respuesta: comprobarlo.

Cuando llega, D. Carnal ya lleva unos días de ventaja, está en su punto de máximo apogeo, y ella no sabe cómo saltarse las normas que rígidamente le han sido impuestas, pero ha acertado con el vestido, y él la mira boquiabierto, se acerca altanero, sabedor de su éxito, destila alegría a raudales y envuelve a D. Cuaresma en su manto de desenfreno. Ella piensa asustada: nadie tiene por qué reconocerme y grita, baila, ríe como cualquier persona.

Pero tras días de locura, la realidad llama a su puerta. La sensatez se impone en su vida, es hora de dejar la ficcion y volver al trabajo. A Don. Carnal le quedan horas, y a ella, muchos días de añoranza, y muchas preguntas sin respuesta. Él queda esperando la llegada de la muchacha que le ha robado el corazón, pero ella no llega.
Desesperanzado, corre en su búsqueda, pero no encuentra a quien conoció, sino a una mujer encorsetada y sobria que esboza media sonrisa pero no se une a la algarabía de las calles.

D. Carnal queda desolado, y se pregunta si volverá a ver a la risueña dama que lo ha embelesado, pero sabe que es un amor en la distancia. Una distancia marcada por la rigidez de las fechas, que hace que dos personas que se quieren solo puedan compartir unas horas. ¿Será capaz de esperar tanto? Sólo el tiempo que ya apremia tiene la respuesta.
Es hora de partir, de añorar. La algarabía de las calles va cesando, la música se amortigua, los colores y las luces se apagan…y un año más, D. Carnal se marcha, esta vez un poco más triste, y con la esperanza de volver a verla.

Doña Cuaresma ha cumplido su sueño y ya piensa en cómo saltarse de nuevo las normas, pero ahora le quedan por delante cuarenta días de arduo trabajo.Es hora de centrarse, las tradiciones mandan y aquellos que se divertían bulliciosamente, ahora las asumen con recato e indolencia.
Al fin y al cabo, se pregunta si ése no es su destino: continuar su camino sola y, a veces ,burlar a su suerte haciendo realidad su sueño de amor deseado.Pero pronto se consuela pensando que es una ilusión imposible, que es una pasión hermosa precisamente por ser efímera. Ella representa el control y la moderación.
Música, disfraces, sátira impune, metamorfosis, erotismo, desfachatez, juego…Es el triunfo, durante unos días, de don Carnal: la magia de una máscara que al tapar los ojos transforma al hombre y le libera de las responsabilidades del mundo.

Después, los disfraces vuelven a su redil y los hombres a pisar el suelo irremediablemente.