Imagen del antiguo marcador de la grada de gol sur del Benito VillamarinEy, oigan, a vosotros os hablo. Soy el Palomar de Gol Sur, no quería marcharme sin despedirme de la afición que contempló conmigo las alegrías y las penas de nuestro Real Betis Balompié.

Recordaréis mis días de gloria, claro, los vivimos juntos, no digo que no hubiera fracasos pero esos los borró vuestro Manquepierda, el lamento más agónico y a su vez de más exaltación jamás gritado.

Me dirijo a aquellos que al girar a la derecha donde termina la Palmera dan sentido a sus vidas, a los que pueblan las gradas (hasta ayer mis compañeras) haga frío o calor infernal, convirtiéndolas en eso, en un auténtico infierno para aquel que no profese la fe única y verdadera, la verdiblanca. Esa que encierra el misterio de una pasión inexplicable que alumbró el día en que Sevilla comenzó a ser una ciudad de bien, aquel día que su hijo más sevillano decidió nacer y llevar el nombre romano de su río, ese que viera la luz muchísimos lustros antes que su madre.

Betis, vosotros lo paristeis y solo a vosotros os debe la alegría cabal en la victoria y la pena de lunares en la derrota. Porque escuchen una cosa, desde aquí arriba vi goleadas, espantás, delirios y esperpentos, pero aprendí algo maravilloso: que un Bético nunca pierde. Yo os vi en aquella noche aciaga del Tenerife gritando Beeeetis Beeeetis a los cuatro vientos más orgullosos aún que cuando el bizco Cobo levantó la primera copa democrática de España.

Sé que ahora las cosas andan torcidas en lo deportivo y es hora de unión y cierre de filas ante esas Trece Barras que tan diferente nos modelaron, quizás sin ellas todo habría sido más fácil, pero dudo que pudiéramos amarte tanto.

Ya me despido y vuelvo a pedir la unión del beticismo de base, el que no tiene apellidos pero sí un carné y un corazón que late veinticuatro horas en verdiblanco. Sólo entre todos juntos la nave de nuestro Glorioso Real Betis Balompié arribará a buen puerto. Hasta pronto.

Por @AtilaLadinsky