Parece que en Heliópolis por fin acabó el temporal, que tras casi dos meses y medio de travesía por el desierto el Betis ha encontrado su particular oasis en la Liga, con un seis de seis que le devuelve al ecuador de la tabla y con tierra de por medio con respecto al descenso. La sonrisa ha vuelto a vestirse de verdiblanco y lo ha hecho a lo grande, con dos triunfos de campanillas, ante Valencia y Atlético de Madrid, tan sufridos como necesarios.
Habrá quien diga que la reacción ha llegado a base de grandes dosis de ‘testiculina’ y suerte, que queda muchísimo por mejorar. Razón tienen, sin duda, pero lo importante era huir como fuese de la profunda crisis que sufría el equipo. No había otro objetivo ni otra obligación. Ahora, con la tranquilidad que aporta mirar a la clasificación y verse undécimos, es el momento de seguir trabajando y paliar los muchos defectos que tiene este conjunto que todavía está cogido con alfileres. Tiempo hay por delante, sobre todo con el parón navideño.
Aunque todavía queda un último trámite por delante antes de las vacaciones: la Copa. Cierto es que la prioridad verdiblanca es única y exclusivamente la Liga, puesto que con lo maltrechas que están las arcas de la entidad, todo lo que no sea certificar en junio la permanencia una temporada más en Primera sería un auténtico drama. Pero tampoco es menos verdad que el ‘Torneo del KO’ siempre despierta la ilusión por Heliópolis y que seguir adelante podría traer como premio algún cruce con los grandes y, por tanto, un taquillazo.
Pero para ello habría que dejar en la cuneta a un Córdoba que vendrá al Villamarín a defender con uñas y dientes su ventaja, poniendo las cosas todo lo difícil que pueda. La empresa se presenta complicada, pero ni mucho menos imposible, sobre todo para un Betis que poco a poco va volviendo por sus fueros, recobrando sensaciones que hasta hace apenas dos semanas no sabía dónde las había metido.
Sin duda, el pase a octavos se convertiría en un bellísimo broche de oro para una recta final de año en la que, tras muchos bandazos, se ha enderezado el rumbo y parece que por fin se sabe hacia dónde se anda. Sería el mejor regalo posible por estas fechas para la hinchada de las trece barras, esa que siempre lo da todo y muchísimas veces a cambio de nada. Por ello, no estaría de más que el miércoles los que defienden la camiseta de sus amores les obsequiasen con una nueva alegría para echar el cierre al 2011, dándoles motivos a todos para pasar unas felices navidades verdiblancas.
J. Julián Fernández
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