Con un tres de tres en las últimas jornadas de Liga (cuatro de cuatro si sumamos la victoria copera que, desgraciadamente, no sirvió para pasar) se puede decir por fin que el Betis ha vuelto. Y eso, a pesar de las reservas propias que siempre hay que tener con un equipo que no entiende de términos medios, capaz sólo de ir de la cima a la sima y del cero al infinito. Aunque, visto lo visto, parece que el rumbo se ha enmendado y que ya no debe haber sitio para los nervios.

Sobre todo porque, pese a que todavía sigue habiendo margen de mejora, los verdiblancos cada vez se van pareciendo más a su mejor versión, ésa que trajo consigo el liderato como regalo. Cierto es que es necesario afinar mucho más la puntería para evitar sustos, pero atrás las tradicionales lagunas defensivas parecen ir difuminándose poco a poco, especialmente gracias a un Casto que a base de paradones y grandes dosis de trabajo ha sabido cerrar el eterno debate de la portería.

Ahora, antes de ese derbi que ya tenemos todos en la cabeza, toca visitar el Camp Nou con la ilusión por bandera y sin renunciar a nada. Porque lo lógico es que la expedición heliopolitana se venga de vacío tras medirse con el todopoderoso Barça. Pero los hechos dejan también muy claro que con el Betis nunca ha habido lógica que valga. Así ha sido siempre, incluso ahora, cuando después de un punto en diez partidos el mismo equipo, sin cambio de inquilino en el banquillo, ha reaccionado tumbando de manera consecutiva a Valencia, Atlético y Sporting.

Y eso por no hablar de tantas y tantas misiones imposibles que acabaron con grandes celebraciones verdiblancas. Algunas, sin ir más lejos, frente a los azulgranas. Quién no recuerda aquel gol de Juanito que dejó en la cuneta al ‘Dream Team’ en la Copa de la 93/94, meses antes de lograr el ascenso a Primera. O aquella remontada en la 07/08, cuando en apenas un cuarto de hora se le dio la vuelta a un 0-2. Es más, el último precedente ante los culés es el 3-1 de la vuelta copera del curso pasado, aquel partido en el que no se consiguió pasar, pero sí se recuperó gran parte del orgullo perdido en los últimos cinco años.

No se trata de vender ilusión en vano, ni de exagerar la buena racha de los últimos partidos para ponerse a la altura del mejor equipo de la historia. Hay que desengañarse; lo más normal es que los de Mel vengan el domingo en el AVE de vuelta con una derrota más en su historial esta temporada, porque la diferencia entre ambos conjuntos así lo reclama. Pero soñar es gratis y si hay un equipo capaz de dar la campanada en el Camp Nou, ese es el Betis, que contará con noventa minutos por delante para retar al destino sobre el césped y demostrar que ningún partido está decidido realmente hasta que el árbitro pita el final y se quedan vacías las gradas.

J. Julián Fernández