Así ha comenzado la escuadra de las trece barras la Liga 12/13, sintetizando en tan sólo noventa minutos casi todas las versiones verdiblancas que sus aficionados podrán disfrutar y sufrir a lo largo de la temporada. Porque el Betis bien puede ser ese equipo que borda el fútbol al contragolpe, con velocidad y pegada más que suficiente como para noquear a cualquiera. El Athletic ya experimentó en sus carnes el potencial del cuadro heliopolitano desde la medular en adelante, un aspecto en el que, a pesar de que muchos lo nieguen, lo de La Palmera han mejorado bastante con respecto al año pasado.
Donde no lo ha hecho, y a estas alturas resulta preocupante, es en la retaguardia. El lateral derecho, ya sea con Nélson o Chica, es un coladero y los centrales no se muestran tan contundentes como deberían. Sobre todo cuando el balón toma altura, que tiembla hasta el portero, un Fabricio al que se le ve especialmente nervioso, demasiado para estar en los primeros compases del curso. Si a eso se le une que los pupilos de Mel son extremadamente vulnerables cuando se relajan, como pasó en San Mamés después del 3-0, la situación adquiere tintes casi dramáticos, aunque la solución es bien simple: hace falta mantener la tensión y que lleguen refuerzos.
No obstante, y como no hay dos sin tres, en el coliseo vizcaíno el Betis ofreció una tercera cara, la de ese equipo capaz de aparecer cuando nadie lo espera, tras complicarse la vida cuando tiene todo en su mano. Así, después de ver cómo los rojiblancos se ponían 3-3, en el momento en el que todo apuntaba más a una derrota que a un resultado positivo, los heliopolitanos resurgieron sus cenizas con los tantos de Pozuelo y Molina para asegurar el primer triunfo del campeonato, ese que trajo consigo, incluso, el liderato, hasta que el Barcelona recordase a todos en qué Liga vivimos.
Sea como fuere, lo verdaderamente importante de esta primera jornada, más allá de los tres puntos, que también, fue ver cuáles son los puntos fuertes de los verdiblancos, capaces de hacer lo más difícil, y sus defectos, que amenazan con producir más de un sobresalto. Y la conclusión vuelve a ser la misma: hay equipo más que de sobra como para no pasar apuros, todo es que el equipo no se empeñe, por deméritos propios, en complicarse la vida él solito. Porque habrá partidos, como el de este domingo, donde haya opción a reaccionar y salvar los muebles, pero no todos ofrecerán esa posibilidad.
Sobre todo, si el mercado se lleva del Villamarín a un Beñat que resulta fundamental para que la escuadra de las trece barras funcione. A pocos días del cierre del mercado, todo lo que no sea una oferta fuera de mercado debería ser incapaz de abrirle la puerta de salida al de Igorre, que puede que tenga sustituto, aunque es más que previsible que en menos de dos semanas Stosic sea incapaz de encontrarlo y, lo que es más, firmarlo. Sólo hay que remitirse a los últimos acontecimientos y ver qué ha pasado con Juanfran o Nosa.
Quizás ese detalle, el de decir adiós a la estrella del equipo en los últimos compases del verano, es de los pocos del más puro estilo Betis que habría que subsanar. Porque, en el resto, de momento, el equipo funciona, aún con altibajos que se deben pulir cuanto antes, sobre todo desde el centro del campo en adelante. Por ello, mejor no volver a reformular esas líneas, al menos en el once inicial, poniendo el énfasis el apuntalar una retaguardia que sigue mostrándose demasiado vulnerable. La premisa, en este sentido, sería clara: que llegue gente para la defensa y que, a ser posible, no se le diga adiós a Beñat. Claro está que eso es sólo una opinión, que después será la directiva la que hará o deshará.
J. Julián Fernández
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Al más puro estilo Betis
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