Con todo ello, la mejoría que mostró el equipo se dejó notar sólo en la actitud, que fue encomiable, pero no en las ideas y el buen juego, que brillaron por su ausencia. Los verdiblancos supieron fajarse en defensa, pero sigue costándoles un mundo crear peligro, quizás porque quienes tienen que acertar en el último pase continúan presos de una ceguera transitoria que ya dura más de lo deseado. Y si encima la puntería de los de arriba brilla por su ausencia, ganar un partido se convierte en una misión prácticamente imposible.
La ansiedad y los nervios siguen causando estragos en un vestuario que sigue sin dar la talla, pero que ahora, al menos, parece estar dispuesto a cambiar las cosas. No pudo ser esta jornada, por lo que la visita del domingo al Málaga en La Rosaleda gana aún más trascendencia si cabe. Sólo una victoria templaría los ánimos y encauzaría un poco unas aguas que están bajando demasiado revueltas últimamente por el Villamarín.
Pero para conseguirla la escuadra de las trece barras deberá dar más de sí. Sobre todo porque los costasoleños tampoco tienen demasiado margen de error ante su público, puesto que han caído en sus dos últimos partidos en casa, frente a Osasuna (0-1) y Celta (0-5), y se encuentran a tan sólo un punto de los puestos de descenso, por lo que tienen prácticamente prohibido volver a fallar. Y eso, por no hablar de que por Martiricos se ve cualquier visita de un conjunto hispalense como un auténtico derbi.
Pero con independencia de todo eso, al Betis no le queda otra que salir a por todas y ganar. De hacerlo, saldría de los ‘bajos fondos’ de la tabla y afrontaría los dos últimos encuentros de esta segunda maratón del curso, contra Vitória de Guimaraes y Barcelona, con mayor tranquilidad y ánimo. En cambio, todo lo que no sea acabar el domingo con tres puntos más en el casillero prolongaría esta crisis que está haciendo que el nuevo proyecto pierda crédito a pasos agigantados.
Toca, por tanto, imponerse al rival no sólo sobre el terreno de juego, como ya ocurrió el jueves frente al Levante, sino también en el marcador, algo que traería bajo el brazo el primer triunfo a domicilio de esta temporada. La competición no admite que este éxito se demore más, ni tampoco una grada impaciente que ve cómo las cosas se han torcido demasiado a las primeras de cambio.
Aunque, afortunadamente, queda tiempo suficiente por delante como para subsanar este mal inicio liguero. Para ello es fundamental que el equipo vuelva a tirar de actitud y testiculina en La Rosaleda, planteando el encuentro como si fuese una auténtica final en la que no cabe otra que ganar como sea, por lo civil o por lo criminal. Sólo así se podrá poner algo de luz al final del túnel, acabando de una vez por todas con este ‘quiero y no puedo’.
J. Julián Fernández