De este modo cayó el Betis frente al Málaga en La Rosaleda, poniendo fin a un encuentro en el que pudo ganar y mereció al menos empatar.
Los verdiblancos, que siguen mejorando en actitud pero sin ofrecer demasiado en cuanto a juego, entraron de lleno en un intercambio de golpes del que salieron perdedores justo cuando, apenas unos instantes antes, pudieron decantar la balanza a su favor.
Pero Molina no acertó a rematar un pase de la muerte de Steinhoffer, el mismo que en el último suspiro perdió un balón que, tras el enésimo desaguisado en defensa, se tradujo en el definitivo 3-2.
Con ello, el choque acabó como empezó, con un tanto costasoleño que nació de la endeblez de una zaga heliopolitana que sigue a años luz de lo que debe aportar esta línea en Primera.
Y encima, los problemas se multiplican para ella, porque a las importantes bajas de Paulao y Amaya se une ahora la de un Perquis cuya salida inconsciente del terreno de juego y en ambulancia activó todas las alarmas. ‘Afortunadamente’, todo se resolvió con una doble fractura de mandíbula que dejará al franco-polaco un mes de baja y a Figueras como el único central sano de una plantilla en la que empezará a ganar enteros el canterano Caro, que debutó en Málaga.
No obstante, el Betis volvió a dar señales de vida en el coliseo costasoleño, con más corazón que cabeza, liderado por un Vadillo que se echó al equipo a la espalda y no paró de pelear por su flanco. Le secundó otro canterano, el renacido Nono, quien después de pasar demasiado tiempo en el ostracismo está aprovechando al máximo su oportunidad de hacerse con un hueco en el once inicial.
Mientras, Verdú apareció de nuevo a ráfagas, con un gran gol de falta directa que pareció animarle tanto a él como a sus compañeros, pero sin esa continuidad que se le exige y que se sigue echando tantísimo de menos.
A tenor de todo esto y con la tradicional falta de gol que tienen los verdiblancos, pese a sus dos ‘chicharros’ en La Rosaleda, el encuentro se desarrolló dentro de una dinámica en la que los de Mel fueron superiores a su rival durante el segundo tiempo. Pero como el fútbol no entiende de justicia, todo se resolvió a favor de los de Schuster con un tanto en el último suspiro, propiciado por un Steinhöffer que, hoy por hoy, donde más aporta al resto es en la grada.
En consecuencia, la crisis continúa, con la escuadra de las trece barras cada vez más asentada en los puestos de descenso y con un calendario por delante que mantiene la exigencia y no invita al optimismo. Porque ahora toca visitar al Vitória de Guimaraes para seguir vivo en Europa y después recibir a un Barcelona ante el que lo lógico siempre es una derrota.
Por no hablar de ese derbi en el Sánchez Pizjuán que ya se atisba en lontananza y para el que habrá que mejorar muchísimo si se quiere optar a un resultado positivo. Y es que el ‘enfermo’ parece dispuesto a batallar contra su mal, aunque éste sigue siendo demasiado fuerte para ser doblegado. Tanto es así que, por ahora, no se ha conseguido ni aún haciendo méritos para ello.
J. Julián Fernández