La situación del Betis es grave y cada vez más complicada. Desnortado en las decisiones que se toman desde la dirección del club, con un entrenador que no termina de aportar la mejoría por la que se le firmó y con unos jugadores cada vez más tensionados y que demostraron durante toda la primera vuelta sus deficiencias futbolísticas. Feo panorama.
Llamativo que en la segunda jornada en la que el mercado invernal está abierto -sustituto de Xavi Torres al margen-, el Betis se presentara al partido frente a Osasuna con un solo fichaje. El de Leo Baptistao que desembarcó en el equipo un día antes del choque y que, curiosamente, fue el mejor verdiblanco sobre el césped. Significativo este detalle también.
Lentitud en los fichajes, con acusaciones del entrenador sobre las filtraciones. Algo que, según Garrido, frenó algunas llegadas como la de Bryan Ruiz. Otro asunto que debe revisar el Betis y que no ayuda.
Como tampoco lo hace la labor de un entrenador que no conoce la victoria en Liga y que suma 1 punto de los 12 disputados. Sólo el empate en Valladolid y derrotas ante la Real Sociedad, Almería y Osasuna.
Un pobre bagaje, que además cuenta con el inri de que tres de los cuatro equipos contra los que jugó son rivales directos en la pelea por evitar el descenso. Es evidente que Garrido no es el máximo responsable de la situación del Betis. Sin embargo, su llegada no ha valido ni siquiera para provocar el llamado efecto entrenador. Nada revulsivo, es evidente que el problema no era cuestión de banquillo.
Frente a Osasuna no estuvo acertado. Valiente en la decisión de colocar a Baptistao con sólo un entrenamiento, la lectura de partido de Garrido fue extraña, especialmente con los cambios al descanso.
Expulsado Nono en el tramo final de la primera mitad, con un centrocampista menos, decidió despoblar más esa zona -quitó a Salva Sevilla-, y eso acabó por partir al equipo. Poco menos que Lolo Reyes contra el mundo. Al equipo le costaba manejar y recuperar el balón.
No fue el único culpable de la derrota Garrido. También tuvieron que ver los errores de los futbolistas. Horrible en la marca Juanfran en el primer gol en el que Roberto Torres anda más vivo, aunque también la jugada parte de un centro muy cómodo desde la otra banda. Andersen apenas sale. El caso es que una jugada de manual se convierte en el primer minuto en una losa.
Tampoco mide Nono en su doble amarilla con apenas 15 minutos de diferencia entre las dos. Rigurosa la segunda cartulina, probablemente a equipos de la zona alta no se la hubieran sacado. Extrañaría que por esa misma acción, por ejemplo, Diego Costa fuera tarjeteado. En cualquier caso el canterano pudo evitarla. No es el primer día que sucede. Chica contra el Levante o Paulao contra el Sevilla son ejemplos.
Dos nombres propios más. Uno el de Jordi Figueras con su autogol. Muy torpe el central en una acción en la que no está exigido por el rival y que demuestra las carencias del jugador. Rubén Castro, por su parte, sigue sin aparecer en Liga y eso es un gran problema para el Betis. El fallo del penalti evidenció la falta de confianza del canario, al que el cuadro bético sigue echando de menos en su mejor versión.
Así, los verdiblancos cierran una primera vuelta desastrosa con 11 puntos y a 7 de los puestos de salvación. Víctima de sus propios errores dentro y fuera del terreno de juego, la situación pone al Betis en una tesitura límite. Impensable el pasado 1 de junio con la clasificación europea, casi el mismo tiempo que tiene ahora para intentar una remontada que sería de gesta.
Javier Carbonero