Con esa misma ilusión estoy viviendo yo las fiestas este año. Pero el origen de la magia para mí no son los Reyes, ni la cabalgata, ni Papa Noel sino, como bien podían ustedes imaginarse, el Real Betis Balompié. Y mi fecha fijada en el calendario no es el 5 ni el 6 de enero, sino un día antes de la llegada de los monarcas, el domingo día 4 a las 18.15 en Alcorcón. Allí estaré, en el estadio Santo Domingo, puntual a mi cita con el equipo de mis sueños siempre que este rinde visita a la zona centro.
Y mi ilusión, visto lo ocurrido este lunes en el entrenamiento de la primera plantilla, es compartida por una gran mayoría del beticismo que, a pesar de ver esta temporada a su Betis en Segunda División y de la trayectoria errática de su equipo, se ha convencido de nuevo de que el objetivo está a nuestro alcance y de que lograremos convertir en realidad la obligación que el club tiene contraída este año con sus aficionados: el ascenso.
Fue Merino quien nos hizo olvidar el primer tramo de la temporada y nos devolvió esa ilusión con su esfuerzo y compromiso, con la recuperación anímica del equipo, y con los resultados conseguidos en diciembre, que nos devuelven en buenas condiciones a la lucha por el retorno a Primera en lo más alto de la clasificación.
Una ilusión reforzada por la llegada al banquillo verdiblanco de Pepe Mel, uno de nuestros mitos contemporáneos, obligado y comprometido a repetir sus éxitos recientes y garantizar la prosperidad deportiva y la estabilidad institucional de la entidad.
Una ilusión que cabalga en las botas de Rubén, de Enzo, de Adán, de Dani y de los demás jugadores de la plantilla, que deben ser conscientes más que nunca de lo que nos deben y lo que esperamos de ellos.
Y albergando los béticos la esperanza de que el nuevo equipo directivo, aparentemente más sólido y respaldado que el anterior, no estropee nuestros sueños y anhelos sino todo lo contrario, que con sus decisiones y capacidad de gestión puedan arrimar el hombro para devolver al Betis al lugar del que nunca debió salir, ni debería volver a abandonar nunca: la Primera División.
Con este deseo, con esta ilusión, sintiéndome como un niño que espera la llegada de la cabalgata de los Reyes. Así espero yo al partido del domingo en Alcorcón: mucho mono de Betis (maldito parón navideño), muchas ganas de animar y contribuir a la victoria y toda la esperanza de que lo que queda de temporada vaya bien y así, al final, este verano, hayamos logrado conseguir el objetivo.
Y ojalá dentro de un año, cuando vuelvan al calendario estas fechas mágicas de la Navidad, nuestra ilusión no se limite al ascenso sino que el equipo, de vuelta en Primera, nos permita soñar con éxitos próximos y triunfos cercanos.
Con el deseo de que estas ilusiones renovadas no se tornen nunca más en desengaño y decepción, os deseo a todos los béticos un próximo ascenso y un feliz 2015.
@danielgilperez
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