No en vano, ante los alfareros los heliopolitanos desilusionaron a su afición, que se había acostumbrado a acumular alegrías de la mano de Merino. De nuevo, la escuadra de las trece barras no jugó a nada, algo que tristemente ya es costumbre, pero esta vez, a diferencia de los partidos anteriores, no llevó la iniciativa ni supo cómo hincarle el diente a un cuadro madrileño que cimentó todo su planteamiento en una férrea e incluso agresiva defensa.
Con este panorama, y sin que apareciera la pólvora de los Rubén, Molina o Rennella, el Betis fue incapaz de sacarle partido al hecho de jugar con uno más durante 20 minutos, desperdiciando además una oportunidad de oro para haberse colocado a sólo un punto de los puestos de ascenso directo. Por eso, al final, el 0-0 supo a muy poco y lo único que consiguió fue inquietar a esa parte de la grada que perdió la paciencia hace mucho.
Una vez más, se habla de la necesidad de fichajes, de remozar una plantilla que es calificada como “de otra categoría” por el resto y que, sin embargo, en Heliópolis ha convencido a todo el mundo de que no da para lograr el ascenso. Aunque también Merino tenía que batallar contra ese ‘handicap’ y cumplió con creces con su cometido, firmando un pleno que devolvió la vida a un equipo que navegaba a la deriva.
Quizás por ello, y porque su legado sigue siendo tan brillante como cercano, muchos esperaban que Mel no hiciese más que continuar con la senda que marcó el linense, que encontró la manera de convertir un vestuario con muchas carencias en una auténtica máquina de ganar partidos. Sin brillo ni grandes alardes tácticos, pero sí cosechando resultados, algo que no ha podido lograr su sucesor a las primeras de cambio.
En cualquier caso, es obvio que el nuevo míster necesita tiempo, tanto para aclimatarse a la plantilla como para que ésta sea capaz de ajustarse a lo que quiere. Es más, en las próximas semanas deben de llegar esos refuerzos que tanto pide y con los que, ojalá, por fin logre acertar un Alexis cuya labor no convence a nadie, ni siquiera al presidente. Hasta entonces, el entrenador tendrá tiempo suficiente para ir dando forma a su proyecto, algo que debe ir acompañado de victorias y puntos bajo el brazo.
Y es que la competición, a estas alturas, no entiende de plazos, sólo de números y resultados positivos, una categoría en la que ni siquiera puede encuadrarse un empate fuera de casa. Porque, pese a lo que crea el vestuario, los puntos no hay que hacerlos buenos a la semana siguiente, sino en cuanto suben al casillero, algo que sólo puede lograrse cuando llegan de tres en tres. Desgraciadamente, Mel ha roto esa dinámica, confirmando que le queda mucho por hacer para dejar atrás un estreno que ha provocado que muchos exclamen eso de “la primera, en la frente”.