jugadores del españolEn estos últimos días de enero, todos los béticos hemos terminado por cogerle cariño al Espanyol.

Un equipo humilde, que juega bien al fútbol y que está haciendo un gran papel esta temporada, especialmente en la Copa del Rey después de eliminar al Valencia y otros equipos de Primera División. Además, en sus filas hay varios ex béticos: Sergio García, Cañas y Salva Sevilla.

Personalmente, además de cariño, yo les tengo profunda admiración. Y veo en la entidad catalana un buen espejo en el que mirarse para definir qué y cómo tiene que hacer el Betis en la parcela deportiva en el futuro más próximo, pensando ya la planificación de la próxima temporada, una vez recupere el equipo el sitio que le corresponde en la máxima categoría.

Es cierto que la situación económica del Espanyol no es la mejor, ni mucho menos, y que en el apartado financiero posiblemente sean ellos los que deban tener envidia de nosotros, puesto que el Betis ha logrado con mucho esfuerzo y mediante intervención judicial poner orden en sus cuentas y garantizarse un futuro saneado.

Pero van bandeando la situación vendiendo jugadores, fomentando su cantera y fichando con buen ojo jóvenes promesas o jugadores a coste cero. Y así siguen sólidamente asentados en Primera División. Un modelo que, a largo plazo, debería terminar por resultarles sostenible.

El partido de vuelta de cuartos de final de Copa, en el que el Espanyol logró su pase a semifinales, es un buen ejemplo de esa estrategia. Aquella noche un equipo entrenado por un exjugador de la casa, Sergio González, formó con sólo dos jugadores extranjeros (Caicedo y Moreno) más otros dos que salieron desde el banquillo (Colotto y Stuani). El resto, todos españoles, tres de ellos canteranos.

Un once inicial que sonaba tan castizo como López, Arbilla, Álvaro, Moreno, Duarte, Vázquez, Sánchez, Cañas, Álvarez, García y el toque exótico de Caicedo. Puro homenaje al nombre del equipo, por mucho que ahora se escriba en catalán.

Otro ejemplo de política deportiva de éxito y sostenible es la del Villarreal, que brilla este año en Liga y también sigue vivo en las semifinales de Copa. Un equipo que representa a una pequeña localidad de algo más de 50.000 habitantes, que tiene una de las estructuras de cantera más importantes de Europa y una de las mejores redes de ojeadores en Suramérica, de donde el equipo se nutre habitualmente a costes muy razonables. Su estadio, en el que cabe medio pueblo, ha sido testigo ya de partidos de Europa League e incluso Champions, ahí es nada.

También debo confesar, aunque sea con la boca chica y en apenas dos líneas, mi envidia por los resultados de la planificación deportiva del eterno rival, aunque tenga su base fundamental en el talento de su director deportivo y en la increíble y gigantesca suerte que les acompaña en la última década. Pero entre lo que les dan los futbolistas en el campo y el dinero que sacan cuando los venden, no veas si les sale rentable.

Y claro, ante este panorama, la pregunta es obvia. Si ellos pueden, ¿por qué nosotros no? La respuesta, en cambio, es bastante más compleja. Imagino que, desde la salida de Lopera de la gestión directa de la entidad, todos los que han pasado por el Consejo de Administración o la dirección deportiva del Real Betis han intentado lograr la cuadratura del círculo. Pero es una obviedad que no siempre se ha logrado, y que ese esfuerzo la temporada pasada acabó en desastre y en esta campaña tampoco está dando un resultado ejemplar.

El acento que se ha puesto en la cantera sí parece estar empezando a cosechar frutos y de nuevo se asoman jóvenes valores al primer equipo. La labor de Pedro Buenaventura hijo es alabada por casi todo el mundo, dentro y fuera del Betis. Y de ella depende, en buena medida, los futuros éxitos deportivos de nuestro equipo.

Entre los canteranos y el acierto que se tenga en los próximos fichajes, el Betis debe lograr el ascenso este mismo año y, a medio plazo, hacerse un hueco o, incluso superar, a esos equipos que, como Espanyol o Villarreal, ahora mismo son sólo un espejo en el que mirarnos para anhelar un futuro mejor.

@danielgilperez
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