Sucedió contra el Sabadell en la que el equipo desaprovechó una oportunidad para golear después del 2-0, pasó en Soria cuando sesteó contra el Numancia y no resolvió el 1-1, y se repitió este domingo contra la Ponferradina.
Lo de tirar los segundos 45 minutos de los partidos, tal y como está de igualada la Segunda en la parte de arriba, resulta un privilegio que no está al alcance de nadie, tampoco del Betis. Es preocupante la manera en la que los verdiblancos se dejaron en el descuento dos puntos contra la Ponferradina, infinitamente más por deméritos propios que por virtudes del rival.
Sin ser un canto al fútbol, la primera parte bética fue más que aceptable. Control del balón, llegadas por bandas y oleadas de ocasiones en algunas fases. En una de esas llegó el gol de Jorge Molina. Sin embargo, en la reanudación los heliopolitanos fueron otros y se fueron desconectando del encuentro. Una situación que viene ocurriendo en los tres últimos choques.
El enigma puede tener varias explicaciones. No parece que sea una cuestión del estado físico, ya que el Betis juega un solo partido a la semana. Sí se intuye cierta falta de ambición, el bajo rendimiento de algunos jugadores y decisiones puntuales de Pepe Mel, que en determinados momentos no ayudaron al equipo.
Esto último lo reconoció el propio técnico bético. El cambio de Ndiaye por Molina no benefició. Cierto que la decisión, a priori, tampoco era ninguna locura en un momento del partido en el que Betis ya perdía la batalla del mediocampo. Ahí precisamente empiezan los problemas verdiblancos, en esa zona del terreno de juego.
No deja de ser revelador, que no definitivo, el hecho de que la Ponferradina tuviera más posesión que los heliopolitanos en el Villamarín. Más con un Betis en el que Mel hace especial hincapié en dominar la pelota y los partidos. Sin embargo el entrenador no termina de encontrar ni el dibujo táctico adecuado, ni la mezcla de jugadores ideal en la medular. Suele empezar con el 4-4-2, luego es habitual que introduzca un jugador más en la zona.
Otro asunto es del rendimiento de los futbolistas, algunos llamados a tener peso en este Betis y que no cumplen con las expectativas. Contra la Ponferradina algunos casos se reiteraron. Ndiaye, que salvo el día del Racing de Santander nada tiene que ver con el de la campaña pasada, aportó poco contra los leoneses cuando salió. Floja también la segunda parte de los Cejudo, Pacheco...
Claro que esa tendencia a difuminarse en las segundas partes no es simplemente cuestión de futbolistas concretos, sino del rendimiento colectivo. Ante la Ponferradina ni siquiera jugadores como Rubén Castro o Dani Ceballos -fiables casi siempre- aparecieron. Hasta Bruno, el defensa más en forma en los últimos tiempos, cometió un penalti evitable en el descuento.
El caso es que esta temporada el ascenso está especialmente caro. No hay más que comprobar que desde la destitución de Velázquez el equipo acumula 24 de 30 puntos posibles y es quinto. Cierto que a dos puntos del primero, pero es significativo lo apretado de la cabeza de la clasificación. Los detalles pueden decidir y por eso bien haría el Betis en cuidarlos y no regalar ventajas, como por ejemplo las segundas partes.