Tarjeta roja a BrunoLos jugadores y cuerpo técnico del Betis a veces, demasiadas veces, parecen empeñados en matarnos a disgustos a los béticos.

Lo de este domingo pasado contra la Ponferradina, como otras segundas partes recientes ante Sabadell o Numancia, como el partido entero en Alcorcón, es para quitarle la afición a cualquiera. Menos mal que nosotros no somos de esos que abandonan a su equipo con los malos resultados pero es que tiene mandanga la cosa. Tampoco debemos consentir, una vez más, que sea el Betis el que nos abandone a nosotros.

El problema, más allá de los malos ratos o los berrinches, es que empieza a rondarnos a los aficionados la sensación negativa de que así no, Betis, así no. Así no sube ni el Atlético de Simeone. El equipo, en estas últimas jornadas, alterna ratos de buen fútbol con evidente falta de actitud y de ambición en momentos puntuales, amén de llamativos bajones físicos y mentales en determinados futbolistas, carencias que ya nos han costado al menos cuatro puntos, si no más.

Y mientras, los rivales por el ascenso no aflojan su ritmo, especialmente Valladolid y Sporting, aunque el modesto Girona sigue dando la sorpresa. Las Palmas es el único al que se le están atragantando los partidos, ofreciendo al Betis márgenes de mejora que no hemos sabido aprovechar.

“Trata de arrancarlo, Pepe, trata de arrancarlo por dios”. Parafraseando a Luis Moya, eso es lo que hay que pedirle a nuestro entrenador. Mel cuenta con crédito suficiente y con respaldo de sobra de una gran mayoría de los aficionados, pero no puede ni debe despistarse, ni consentir que lo hagan sus jugadores.

Al término del partido ante la Ponferradina, el técnico reconoció sus errores en la segunda parte, en la que leyó fatal la evolución del partido, pecó de conservador y la fastidió con los cambios, como todos los que veíamos el encuentro pudimos comprobar. “Me he equivocado, porque el mensaje que le he podido dar a los jugadores es el de defender un resultado, y no era el mensaje acertado”, confesó. Ojalá que reconocer el error sirva para enmendarlo y no repetirlo.

El Betis, en mi opinión, tiene la mejor plantilla con diferencia de Segunda. Nuestros jugadores, tanto por potencial, como por la institución a la que representan, como por la categoría en la que compiten, deberían salir cada semana al campo a ganar por tres o cuatro goles de diferencia. Independientemente del rival y del escenario. Ya habrá partidos en los que el equipo contrario te frene. Pero es intolerable que, tras el primer gol, los béticos se echen atrás y se pasen toda la segunda parte defendiendo un marcador más que escaso visto lo visto.

Nuestro portero, Adán, es de los que más claro parece que lo tiene. “No hay que confundir el querer amarrar los partidos con meter el culo atrás. Tendríamos que haber ido a por el dos a cero y conseguir los tres puntos”, aseguró tras el partido contra la Ponferradina. Alto, claro y con razón.

Aún hay tiempo, es cierto. Quedan 18 partidos hasta final de temporada. Y el Betis, no lo olvidemos, está imbatido desde hace diez jornadas. Pero a los béticos nos empieza a rondar esa sensación desagradable, esa desazón, propia de que no nos convence lo más mínimo lo que vemos en el campo: exceso de confianza y falta de compromiso que van y vienen según avanzan los encuentros. Por tanto, señores jugadores y técnicos, pónganse las pilas, fájense bien en el campo, y sean permanentemente conscientes de quiénes son y a quién representan. Es la única manera de conseguir el objetivo obligado de esta temporada, el ascenso. Porque de otra manera va a ser imposible. Así no, Betis. Así no.

@danielgilperez
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