Sin embargo, más le valdría ir pidiendo cita a un cardiólogo, porque este equipo no da para quedar entre los dos primeros de la clasificación. Porque después de tres empates consecutivos, la resurrección verdiblanca parece haberse mitigado, puesto que aunque ya son once jornadas sumando, lo principal, que los puntos lleguen por triplicado, no se consigue, haciendo que los rivales directos se vayan despegando poco a poco.
Tanto es así que el liderato ya queda a cuatro y sólo el empate entre Girona y Sporting en Montilivi permite que la segunda plaza no esté a más de un partido de distancia. Todo porque la escuadra de las trece barras fue incapaz de ganar en el Carlos Belmonte, donde el árbitro birló a los helipolitanos un gol legal de Molina y un clarísimo penalti a Ceballos, detalles que si bien pudieron cambiar el desenlace del encuentro no ocultan los pecados del vestuario.
No en vano, al Betis le falta frescura y fluidez en su juego. Es más, incluso los experimentos que lleva a cabo Mel para hacer reaccionar al equipo resultan baldíos, haciendo que sobre el césped se exhiba un encefalograma plano que ya ni siquiera puede arreglar Rubén Castro, cuya puntería parece haberse ido de vacaciones. Ceballos acusa tener que cubrir demasiados metros y, para qué negarlo, ha dado un bajón que también ha afectado al resto de sus compañeros, sobre todo porque pasó el mercado invernal y la dirección deportiva no reparó en que más allá del canterano no hay cerebro.
Por momentos parece como si a Heliópolis hubiese regresado Julio Velázquez, algo extremadamente preocupante no sólo porque la competición continúe avanzando y recortando el margen de error verdiblanco, sino también porque ahora arranca el ‘Tourmalet’ de la temporada y la escuadra de las trece barras no ofrece garantías de poder coronarlo por delante de sus rivales. Y es que ir punto a punto sirve cuando se ponen los objetivos de mitad de tabla hacia abajo, no cuando se mira con ansia para arriba.
Y es que si a estas alturas de curso sólo vale ganar, más obligatorio resulta hacerlo frente a Girona (después se visitará al Mirandés), Valladolid y Las Palmas, a quienes habría que ver cuanto antes por el retrovisor para pensar en una 15/16 de Primera. Por ello, en las próximas jornadas no sería exagerado decir que el Betis se juega la vida, puesto que cada punto que vuele podría resultar definitivo. Por tanto, toca que de una vez por todas el equipo se ponga ese traje que todo el mundo le regala, el de principal favorito al ascenso, y haga méritos para merecerlo, puesto que todo lo que no sea ganar, ganar y volver a ganar será seguir dando pasos atrás en un camino que parecía haberse encontrado, pero que entre unas cosas y otras no se está sabiendo recorrer como Dios manda.