Celebración del golGanar al Girona era imprescindible para el Betis. Y no sólo porque se tratase de un rival directo en la pelea por el ascenso, sino también porque los tres empates cosechados frente a Numancia, Ponferradina y Albacete habían comenzado a generar dudas en la grada, sobre todo porque el equipo no había estado a la altura necesaria para aspirar a entrar en el dúo de cabeza.

Ante los catalanes, los verdiblancos se jugaban gran parte de su futuro y quizás por eso esta vez sí que dieron la talla. Vencieron, no sin sufrimiento, a un conjunto rojiblanco que llegó al Villamarín con la vitola de ‘mejor visitante de la categoría’, pero que regresó a casa sin nada que llevarse a la boca y por debajo de la escuadra de las trece barras en la tabla.

Todo gracias a un Jorge Molina que se puso el traje de faena y se echó al resto del equipo a la espalda, paliando con su dedicación, puntería y esfuerzo los efectos de la sequía de un Rubén Castro cuya pólvora se ha mojado durante las últimas jornadas. Del mismo modo, Ceballos y Portillo supieron reinventarse al ver que el planteamiento táctico inicial no funcionaba, pasando de falsos interiores a mediapuntas, ganándole así la partida a la ‘sala de máquinas’ gerundense.

Cierto es que el golazo de Álex Granell en el último suspiro resucitó viejos fantasmas, pero esta vez no se volvieron a cometer errores del pasado, certificando la consecución de tres puntos de oro que los rivales directos hicieron alcanzar la categoría de platino. No en vano, el pinchazo de Las Palmas y el del Valladolid dejan al Betis tercero y a sólo dos puntos de un liderato que, incluso, podría asaltarse el domingo en Anduva.

Para ello, habrá que cruzar los dedos y esperar que el Sporting, segundo, pierda ante los pucelanos y que el Tenerife se lleve el derbi canario. En ese caso, los heliopolitanos verían a todos sus adversarios por el retrovisor con sólo ganar al Mirandés. Y qué importante sería conseguir esta carambola antes de medirse, de manera consecutiva, a Valladolid y Las Palmas…

Sea como fuere, la ascensión al ‘Tourmalet’ ha arrancado para un Betis que ha dejado atrás a dos de sus contrincantes en el primer demarraje. No obstante, todavía quedan muchos kilómetros por delante, puesto que se trata de una carrera de fondo en la que no sólo sirven como premio los aciertos propios, sino también los errores ajenos. Máxime cuando habrá tantos enfrentamientos directos. Por ello, la mejor manera de llegar a la cima antes que nadie se basa en cumplir en cada partido, sumando de tres en tres y pasando toda la presión a los demás.

Ha llegado la hora de que por fin el máximo favorito al ascenso saque a relucir esa catalogación sobre el césped, dando continuidad a lo conseguido esta semana, con una victoria que ha reactivado ilusiones, dejando atrás nervios, virus estomacales y continuos dimes y directos sobre presuntos y rocambolescos amaños. Porque los tres puntos cosechados ante el Girona han devuelto la sonrisa a la grada y el fútbol como tema principal de unas conversaciones que están deseando hablar de un retorno a Primera que ahora se ve mucho más factible y cerca.