Sólo las matemáticas y la prudencia que exige la historia del Betis privan de asegurar que el ascenso es un hecho.
Podría suceder en Santander, emblemática ciudad para la entidad, o el fin de semana. El caso es que los verdiblancos ya rozan con los dedos el único objetivo de la temporada. El resto es secundario.
No hay mejor manera de dar otro paso más que una goleada, que despeje cualquier tipo de dudas sobre la firmeza del líder. Eso hizo el Betis contra el Lugo, en un partido en el que exhibió su tremenda pegada para noquear al rival con Rubén Castro y Jorge Molina, una vez más en papeles estelares. No deja de sorprender la regularidad de estos dos delanteros para desequilibrar.
Es verdad que la primera parte del Betis fue floja. Fuera un plan predeterminado o no, como argumentó Mel, el caso es que el Lugo manejó a su antojo el balón. Los verdiblancos no lo olieron. Sin embargo tres veces llegaron a las inmediaciones del área del Lugo y el marcador reflejaba al descanso un 2-1. El fútbol son goles y de eso bien saben Castro y Molina.
Esa primera versión del Betis fue la menos brillante. La de la segunda parte fue mucho más vistosa, arrolladora con el balón y acumulando ocasiones.
Esta vez el resultado fueron tres nuevos tantos. La conclusión es que de una forma o de otra, con posesión o a la contra, los de heliopotalinos se imponen a sus rivales igualmente y ganan que, al fin y al cabo, es lo que vale. Sumar de tres en tres.
Uno de los principales responsables del liderato es Pepe Mel. No hay más que mirar la distancia respecto al ascenso cuando llegó y como ahora, a falta de cuatro jornadas, el Betis es primero con seis puntos de ventaja respecto al tercero. Las matemáticas son tajantes. Con sus defectos, que los tiene, pesan mucho más sus aciertos en el banquillo del Villamarín. Bajo sus órdenes, el equipo tiene la sana costumbre de ganar.
Se le puede criticar que no domine los partidos en algunas fases, algunas declaraciones o algunos cambios, pero lo importante es el ritmo de puntos y la clasificación. Su decisión más determinante es darle confianza a Rubén Castro y Jorge Molina y construir el plan de juego sobre ellos. Parece simple, lo es, pero no siempre el sentido común impera en el fútbol y hubo fases en esta temporada en la que, por ejemplo, Molina no jugaba.
Contra el Lugo, doblete de Rubén, Molina no faltó a su cita con el gol y también Rennella se reencontró con la misión de un delantero. La otra diana la firmó Molinero, quien anda cada vez mejor y encima asiste y golea. Buen partido también del otro lateral, Varela, que gracias a sus centros cargó de razones su titularidad. La clarividencia de Portillo y los desconocidos pases definitivos de N'Diaye fueron otras notas positivas para el Betis.
Los béticos lograron lo que no habían hecho en toda la temporada, marcar cinco goles. Cuatro le habían endosado a Valladolid y Zaragoza, pero nunca una manita. La grada disfrutó en la segunda mitad con un equipo que sigue firme en su camino al ascenso. Cuestión de tiempo. Una jornada más, una jornada menos.
Javier Carbonero