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ID:	6575471El domingo, el Betis será matemáticamente de Primera. Puede que lo consiga, incluso, antes de montarse en el autobús para ir al Villamarín, o que lo logre cuando esté a punto de saltar al campo para medirse al Alcorcón. Todo dependerá de lo que hagan Girona y Sporting.

Si ambos cumplen, con ganar, algo a lo que se ha acostumbrado este equipo hace meses, será suficiente no sólo para ascender, sino también para asegurar un campeonato de Segunda que en Heliópolis sueñan con que sea el último que se tenga que celebrar.

Todo gracias a la pegada de los de siempre, Rubén Castro y Jorge Molina, que decantaron la balanza del lado verdiblanco en Santander, enderezando así un encuentro que empezó torcido y que volvió a despertar viejos fantasmas en la retaguardia. Curiosamente, fue un defensa, Bruno, quien firmó el empate, dando paso a un nuevo recital de una sociedad del gol que agiganta su figura cada vez que juega. El canario ya lleva 30 dianas ligueras y acecha las míticas 32 de Quino (si se cuenta también Copa, sólo estaría a una de igualar tanto al trianero como a sí mismo en la 10/11), mientras que el alcoyano, que ya ha repetido sus números del último ascenso, aunque ha cedido su condición de máximo artillero nacional en 2015 a su compañero de andanzas (le supera 17 a 16).

Sea como fuere, los dos son garantía de éxito para un Betis que ya tiene pie y tres cuartos en la máxima categoría, teniendo ante sí la posibilidad de volver a subir en casa 25 años después, justo los que se cumplieron esta semana de aquel empate a uno en la penúltima jornada de la 89/90 frente al Sabadell, con Pepe Mel como héroe. Ahora, desde el banquillo, el madrileño intentará que la historia se repita, siendo consciente de que la pólvora está a punto, igual que una grada que estará llena a rebosar, deseando celebrar que la escuadra de las trece barras por fin está de vuelta en su sitio.

Para ello, sólo queda el último empujón, ese que podría llegar con denominación de origen desde Girona o Gijón, pero que también está dispuesto a dar una plantilla que está como loca por finiquitar su travesía por el ‘desierto’ de Segunda. Sobre todo ahora, que la meta se ve tan cerca que sería impensable no alcanzarla esta misma jornada. Es más, en 24 de las 27 combinaciones posibles de resultados, el equipo estrenaría la próxima semana en Primera. Es decir, que casi se podría decir que ni la imprevisible idiosincrasia heliopolitana podría evitar un ascenso que ya tiene su nombre y apellidos.

Lo único que resta es que las matemáticas terminen de oponer resistencia, aceptando un retorno a Primera que parecía impensable hace poco más de una vuelta, pero que se ha ido cociendo a fuego lento a base de trabajo, intensidad, esfuerzo y grandes dosis de puntería. El Betis está llamando con fuerza a las puertas de la gloria y le sobran fuerzas para abrirla de par en par. El domingo debe hacerlo, cerrándolas después a cal y canto, intentando que no tenga que volver a pasar por lo mismo jamás.