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ID:	6575840El Betis ha resucitado. Víctor Sánchez del Amo sólo ha necesitado cuatro días para conseguirlo, logrando todo lo que no pudo Gustavo Poyet en casi cinco meses. Y todo ello sin buscarse múltiples enemigos en sala de prensa, limitándose a ofrecer trabajo y dejar las excusas a un lado.

Una fórmula que complementada con grandes dosis de coherencia y lógica permitió que el equipo mostrase su mejor cara frente a Las Palmas. Esta vez, el invento de jugar con tres centrales salió bien y hasta mejoró las prestaciones de una retaguardia que no perdía enteros pese a la proyección ofensiva de los laterales. Igualmente, la presencia de Donk dejó más libre a Petros, haciendo que entre ambos se bastasen y se sobrasen para cubrir las espaldas de un Dani Ceballos que, esté mejor o peor, es el único en el vestuario que tiene esa chispa necesaria para crear fútbol.

Además, Joaquín siguió en sus trece de valer para absolutamente todo, ejerciendo como asistente en los dos goles del partido y buscando sin descanso a un Rubén Castro que por fin jugó en punta. Y para que no faltase de nada, en lo colectivo se tuvo claro siempre cuál era el plan, basado en el orden y la presión. Cierto es que hay mucho que mejorar, pero, al menos, se ha dado un primer paso en este Betis que con Poyet se quedó parado en la misma línea de salida.

Pero, ¿tan difícil era darse cuenta de que el verdadero problema de este equipo era el charrúa? ¿se tuvo que esperar hasta la derrota en Villarreal para abrirle de par en par la puerta de salida? Qué lástima que aquel oasis en forma de victoria en El Sadar diese más vida de la necesaria a la aventura del charrúa en Heliópolis, donde desde hace mucho tiempo se vio claro que este reto le venía demasiado grande.

No sólo se perdieron puntos, sino también un tiempo precioso que, visto lo visto, hubiese venido de maravilla a un Víctor que le ha cambiado la cara al Betis en sólo un puñado de entrenamientos. Afortunadamente, aún hay margen de sobra para acercarse a ese ambicioso objetivo que se puso entre ceja y ceja el club a principios de curso y que comenzó a tambalearse por la inoperancia de unos dirigentes cuya capacidad de autocrítica brilla por su ausencia. Mejor admitir un error ahora que lamentar un sonoro fracaso dentro de unos meses.

Sea como fuere, el cambio en el banquillo ha hecho resurgir la ilusión en una grada que necesita recibir muy poco para entregarse a su equipo por completo. Está como loca por creer y ahora parece que por fin la balanza puede equilibrarse. Había mimbres para mucho más, pero faltaba quien supiese utilizarlos, moldearlos y potenciarlos. Visto lo visto, se podría decir que se ha encontrado esa pieza que tanto se había buscado.

Queda que el paso de las jornadas sirva para confirmar esas buenas sensaciones del debut y las continúe traduciendo en puntos. El movimiento se demuestra andando y en Heliópolis se han recorrido pocos metros; muchos para un equipo que llevaba tiempo parado, pero insuficientes por el momento para un proyecto que quería instalarse en las alturas y que todavía está en disposición de cumplir con los plazos inicialmente marcados.