“Que se me paren los pulsos si te dejo de queré
Que las campanas me doblen si te farto alguna vé.”
Así reza la letra de los maestros Quintero, León y Quiroga. Y aunque la copla hace referencia a la historia de una mujer despechada, bien que coincide con la forma de ser del Betis. Y digo bien, del Betis. Porque el Betis, prácticamente desde sus orígenes, dejó de ser un equipo de fútbol, para convertirse en otra cosa, en una pasión, en la comunión entre lo que representaba y la afición. En una historia de amor que salía reforzada a cada traspiés y que llegaba al éxtasis a poco que se intuyera la ilusión.
En una historia de amor cimentada en sinsabores, tesón, sacrificio, injusticias, y mucho coraje y corazón.
A todo esto, llegó el “mardito noventaidó”. Cuando a los sentimientos se les puso precio, y se acuñó el término “dueño de”. ¿Dueño de qué? ¿Por qué me acuerdo ahora de la "bien pagá"?
Y desde entonces, veo un Betis despersonalizado, o puede que “personalísimo”. Según se mire.
El caso es que las palmas por sevillanas no suenan igual.
El quejío de la grada no pone los pelos de punta.
Los cabreos a la salida del estadio solo son amagos.
Y los triunfos solo saben a alivio temporal.
Busco al Betis, pero no lo encuentro. Solo veo a once tíos vestidos de verdiblanco y a una grada que mira a derecha e izquierda, atónita ante lo que está viviendo, o tal vez diciendo que no. Que esto no es el Betis, “que me lan cambiao”.
“Que se me paren los pulsos si te dejo de queré
Que las campanas me doblen si te farto alguna vé.”
¡Que buen vasallo, si tuviera buen señor!
http://beticos.alfinaldelapalmera.co...-esta-mi-betis
Que las campanas me doblen si te farto alguna vé.”
Así reza la letra de los maestros Quintero, León y Quiroga. Y aunque la copla hace referencia a la historia de una mujer despechada, bien que coincide con la forma de ser del Betis. Y digo bien, del Betis. Porque el Betis, prácticamente desde sus orígenes, dejó de ser un equipo de fútbol, para convertirse en otra cosa, en una pasión, en la comunión entre lo que representaba y la afición. En una historia de amor que salía reforzada a cada traspiés y que llegaba al éxtasis a poco que se intuyera la ilusión.
En una historia de amor cimentada en sinsabores, tesón, sacrificio, injusticias, y mucho coraje y corazón.
A todo esto, llegó el “mardito noventaidó”. Cuando a los sentimientos se les puso precio, y se acuñó el término “dueño de”. ¿Dueño de qué? ¿Por qué me acuerdo ahora de la "bien pagá"?
Y desde entonces, veo un Betis despersonalizado, o puede que “personalísimo”. Según se mire.
El caso es que las palmas por sevillanas no suenan igual.
El quejío de la grada no pone los pelos de punta.
Los cabreos a la salida del estadio solo son amagos.
Y los triunfos solo saben a alivio temporal.
Busco al Betis, pero no lo encuentro. Solo veo a once tíos vestidos de verdiblanco y a una grada que mira a derecha e izquierda, atónita ante lo que está viviendo, o tal vez diciendo que no. Que esto no es el Betis, “que me lan cambiao”.
“Que se me paren los pulsos si te dejo de queré
Que las campanas me doblen si te farto alguna vé.”
¡Que buen vasallo, si tuviera buen señor!
http://beticos.alfinaldelapalmera.co...-esta-mi-betis