El peor Betis de año en el peor momento de la temporada se marcha por la puerta de atrás de la Europa League siendo vapuleado por un Rennes que le marcó seis goles en 180 minutos. Volvió a comenzar a remolque concediendo otros dos goles y está vez no hubo milagro. Algunos jugadores acabaron muy cansados la segunda mitad donde los cambios, otra vez, volvieron a empeorar muchísimo al equipo.

Fracaso con todas las letras. Fracaso de un equipo que en 180 minutos tiró, no solo la temporada, sino la gran temporada del año pasado y, sobre todo, la ilusión de una afición que merecía el pase tras 15 años viviendo penalidades jornada tras jornada. El Betis necesitaba este partido para crecer y el partido demostró que aún a este equipo le queda demasiada grande la afición que tiene.

Culpar y señalar en caliente nunca es bueno. Se puede señalar a Setién, se puede señalar el mal estado físico de unos jugadores que ya acumulan demasiados minutos esta temporada, se puede señalar a la planificación, viendo la plantilla tan justa que tiene el equipo y se puede señalar el mal estado futbolístico de algunos jugadores que hoy han completado una de las actuaciones globales más pobres de la temporada. Justo cuando hace unos días veíamos brotes verdes en el partido del Alavés. En el Betis todo parece ir siempre del revés.

Setién salió con el presunto once más competitivo que disponía sobre el papel. Digo sobre el papel ya que se vieron que algunos jugadores como Guardado, Joaquín (este mejoró en la segunda mitad) o Loren están muy pero que muy lejos de un nivel aceptable para ser titulares en este equipo. ¿Por qué lo son? Porque no hay nadie más. Los cambios, que llegaron tarde, al final acabaron dando la razón a un Setien que se puede equivocar muchas veces, y hoy lo hizo, pero tardó en hacer los cambios por una razón: y es que no había nadie que mejorará a los que ya estaban en el campo al menos en la faceta ofensiva.

Y es que los tres cambios, incluso, penalizaron más a un equipo que hasta la primera sustitución sí dio impresión de poder remontar el partido y que, tras los cambios, no se volvió a acercar al área rival salvó por tiros lejanos intrascendentes.

También es que Setién se equivocó de manera bastante obvia en la elección de los cambios. Sacó al jugador que estaba siendo la mayor arma ofensiva del partido para meter a un Sergio León que junto a Loren acabaron estorbándose. Quitó a Guardado, sí estaba siendo el peor de una manera bastante bochornosa, pero para sacar a un Laínez fuerísima de posición teniendo delante a Ismaïla Sarr cuando podría haber sacado a Emerson, ya que le iba a sacar después, sí lo que pretendía era no cambiar el sistema. Y el último cambio, pues sí sacó altura para rematar.

Otra decisión errónea de Setién fue la elección de los carrileros. El Betis no se puede permitir jugar con dos carrileros, que primero, no son carrileros y segundo no tienen un estado físico para aguantar todo el partido en esa posición tan exigente y menos contra jugadores con tanto poderío físico y tanta velocidad como Niang y Sarr. Ahí, el Betis casi perdió el partido de ida y lo perdió hoy.

Pasaran los años, pasaran los jugadores, pasaran entrenadores, vendrán infinidades de rivales más o menos poderosos, pero siempre, siempre, el mayor rival del Betis será el propio Betis.

Ahora mismo, todo se ve bastante oscuro desde el prisma posterior a la eliminación. Templanza. En siete días hay otra final y desde el enfado nunca se puede sacar algo positivo. Este equipo nos ha dado motivos para creer y yo por lo menos aún sí sigo creyendo en este Betis de Setién. A secar las lágrimas, a templar el enfado y a por el Valencia.

El uno a uno: