Originalmente publicado por Pepebetis
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Don Lorenzo Serra Ferrer
Cada vez que el Betis ha tenido un momento dulce en las últimas décadas, él estaba dentro
209 Comentarios
Por ALBERTO GARCÍA REYES, 10 de junio de 2019 14:11 h.
El respeto a los mejores es uno de los valores que está más en decadencia en los tiempos que vivimos. Nadie vale nada por lo que hizo, por muy grande que fuese lo que hizo, sino por lo que interesa ahora. El pasado es simple materia del olvido. No garantiza nada. Y el futuro es sólo de los que mandan, sepan o no de lo que están hablando, porque las nuevas generaciones han sido educadas en la insoportable altanería de la infalibilidad. Algunos se creen que saben más que su abuelo porque hablan tres idiomas. No saben distinguir lo ancho de lo hondo. No se dan cuenta de que mientras el viejo quizás dice cosas de gran relevancia con un lenguaje limitado, ellos sólo pueden decir simplezas en varias lenguas distintas. Porque el talento, que es la fuente del verdadero conocimiento, nunca está desfasado. Un médico puede manejar mil programas informáticos para confrontar pruebas, pero si no tiene ojo clínico, será siempre un médico mediocre. Y al contrario: un médico puede escribir las recetas con una Olivetti, pero si nada más ver al paciente diagnostica su enfermedad, tendrá siempre la consulta llena. Es decir, no se es mejor por estar más al día, sino por haber demostrado que te equivocas menos que los demás.
El Real Betis Balompié ha tenido la suerte de toparse con una de estas personalidades capaces de cambiar el rumbo de una institución. Se llama Lorenzo Serra Ferrer y da la casualidad de que cada vez que el club ha vivido un momento de esplendor en los últimos 30 años, él estaba dentro. Sin embargo, en los últimos días hay quien ha tenido la osadía de poner en duda lo irrefutable. Y yo no lo entiendo. Por eso lo escribo. No lo hago como bético, sino simplemente como ciudadano que detesta la altanería de quienes creen que saben de todo y todo lo juzgan. Ignoro los entresijos de las desavenencias que puedan haberse producido en el Betis para llegar a esta situación tan difícil de entender. Tampoco me interesan mucho.
Lo único que yo sé es que antes de Serra Ferrer el Betis era un equipo muy mediocre y que con él dentro del club se ha diseñado una plantilla que ahora vale una millonada. Sólo sé que se gastó su dinero en un importante paquete de acciones cuando Haro y Catalán, que han modernizado la entidad hasta límites no soñados siquiera, necesitaron apoyos tras la venta de los títulos de propiedad de Lopera. Sé que dejó su tierra para hacerse sevillano y que nos llevó a dos finales de Copa como entrenador. Sé que el único título que ha levantado el Betis en la edad que yo tengo se logró con él en el banquillo. Y sé que, con sus defectos, que todos los tenemos, siempre ha buscado lo mejor para el club. No necesito saber más.
Yo no podría imaginarme a los Chicago Bulls dejando ir a Michael Jordan o al Teatro Real despreciando a Plácido Domingo. Por supuesto que nadie está por encima de las instituciones, pero la institución que no respeta a sus símbolos no tiene ninguna vocación de futuro. Y los que se obstinan en creer que Serra Ferrer es el pasado no tienen ningún porvenir. Tiempo al tiempo.
Cada vez que el Betis ha tenido un momento dulce en las últimas décadas, él estaba dentro
209 Comentarios
Por ALBERTO GARCÍA REYES, 10 de junio de 2019 14:11 h.
El respeto a los mejores es uno de los valores que está más en decadencia en los tiempos que vivimos. Nadie vale nada por lo que hizo, por muy grande que fuese lo que hizo, sino por lo que interesa ahora. El pasado es simple materia del olvido. No garantiza nada. Y el futuro es sólo de los que mandan, sepan o no de lo que están hablando, porque las nuevas generaciones han sido educadas en la insoportable altanería de la infalibilidad. Algunos se creen que saben más que su abuelo porque hablan tres idiomas. No saben distinguir lo ancho de lo hondo. No se dan cuenta de que mientras el viejo quizás dice cosas de gran relevancia con un lenguaje limitado, ellos sólo pueden decir simplezas en varias lenguas distintas. Porque el talento, que es la fuente del verdadero conocimiento, nunca está desfasado. Un médico puede manejar mil programas informáticos para confrontar pruebas, pero si no tiene ojo clínico, será siempre un médico mediocre. Y al contrario: un médico puede escribir las recetas con una Olivetti, pero si nada más ver al paciente diagnostica su enfermedad, tendrá siempre la consulta llena. Es decir, no se es mejor por estar más al día, sino por haber demostrado que te equivocas menos que los demás.
El Real Betis Balompié ha tenido la suerte de toparse con una de estas personalidades capaces de cambiar el rumbo de una institución. Se llama Lorenzo Serra Ferrer y da la casualidad de que cada vez que el club ha vivido un momento de esplendor en los últimos 30 años, él estaba dentro. Sin embargo, en los últimos días hay quien ha tenido la osadía de poner en duda lo irrefutable. Y yo no lo entiendo. Por eso lo escribo. No lo hago como bético, sino simplemente como ciudadano que detesta la altanería de quienes creen que saben de todo y todo lo juzgan. Ignoro los entresijos de las desavenencias que puedan haberse producido en el Betis para llegar a esta situación tan difícil de entender. Tampoco me interesan mucho.
Lo único que yo sé es que antes de Serra Ferrer el Betis era un equipo muy mediocre y que con él dentro del club se ha diseñado una plantilla que ahora vale una millonada. Sólo sé que se gastó su dinero en un importante paquete de acciones cuando Haro y Catalán, que han modernizado la entidad hasta límites no soñados siquiera, necesitaron apoyos tras la venta de los títulos de propiedad de Lopera. Sé que dejó su tierra para hacerse sevillano y que nos llevó a dos finales de Copa como entrenador. Sé que el único título que ha levantado el Betis en la edad que yo tengo se logró con él en el banquillo. Y sé que, con sus defectos, que todos los tenemos, siempre ha buscado lo mejor para el club. No necesito saber más.
Yo no podría imaginarme a los Chicago Bulls dejando ir a Michael Jordan o al Teatro Real despreciando a Plácido Domingo. Por supuesto que nadie está por encima de las instituciones, pero la institución que no respeta a sus símbolos no tiene ninguna vocación de futuro. Y los que se obstinan en creer que Serra Ferrer es el pasado no tienen ningún porvenir. Tiempo al tiempo.
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