Es que lo que sería de risa es que pudieran jugar también la liga nacional, que jugarían con sus filiales y entonces así sí que es un **** broma de mal gusto.

Lo que peor veo es lo de que la liga sea cerrada, sin descensos. Por qué si por lo menos se puede acceder a ella ganando la liga de tu país o quedando finalista de una Champions pues mira, te dejan ahí la esperanza. Pero si es cerrada pues es la muerte de las ligas nacionales.

Yo soy pesimista si se hace, de lo que tengo mis dudas es de que acabe por hacerse.
La premier es una competición muy consolidada y no elcoñodelabernarda oligárquico que es el fútbol en España, y en Alemania se mira mucho por los aficionados, no veo yo que vayan a poner partidos de la bundesliga entre semana a mansalva.
Si finalmente acaba por hacerse espero que el palangana no entre, bagaje en Champions no tiene como para eso pero si entran los 5 mejores españoles en los últimos tiempos estarán representados, mal que me pese, tras Atlético, Madrid y Barça.

Superliga, o estás dentro o estás fuera.

Me he opuesto tantas veces a la Superliga Europea utilizando los mismos argumentos que ahorraré al lector un artículo repetido. Lo que trataré esta vez es la pretensión de los grandes clubes, con esa actitud magnánima del que te perdona la vida, de jugar al mismo tiempo dentro y fuera del sistema. "Crearían su liga privada, exclusiva y cerrada pero no abandonarían las ligas nacionales", leímos en los varios artículos que se publicaron en la prensa tras la sorprendente confesión de Bartomeu. La frase conllevaba un mensaje implícito: "No os preocupéis, pobres mortales: vuestros equipitos seguirán gozando del placer de recibirnos una vez al año y justificar así su propia existencia". ¿Deberíamos celebrarlo? Mi opinión es que no. De hecho, no deberíamos permitirlo.

Si los superclubes crean una Superliga que les va a enriquecer más, la ventaja competitiva con la que participarían en las ligas nacionales sería exagerada, mucho más pronunciada que la que ya tienen ahora. A los clubes marginados por el nuevo torneo de élite europea no les quedaría ni la posibilidad de optar a ganar títulos en su país: incluso el equipo B que presentarían los grandes -se guardarían a las mayores figuras para el glamour del continente- sería muy superior a todos los demás. El desprestigio de la Champions League tradicional sería mayúsculo: se clasificarían los equipos mejor colocados en las ligas nacionales que no pertenecieran al universo de la Superliga.

Si los grandes deciden romper con el sistema, deben romper con todas las consecuencias: quedarían fuera del fútbol con todo lo que ello conlleva. Sus jugadores no deberían poder participar ni en Mundiales ni en Eurocopas ya que no estarían federados. Y observarían cómo el palmarés de la Copa de Europa de siempre, aquella de la que ahora tanto presumen, seguiría su curso, año tras año, con nuevos nombres inscritos en el metal del trofeo. Ellos podrían ganar algo nuevo, sí, pero algo ajeno a la tradición histórica del juego que nos enamora.

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Me encanta el artículo de Axel

Superliga, o estás dentro o estás fuera.

Me he opuesto tantas veces a la Superliga Europea utilizando los mismos argumentos que ahorraré al lector un artículo repetido. Lo que trataré esta vez es la pretensión de los grandes clubes, con esa actitud magnánima del que te perdona la vida, de jugar al mismo tiempo dentro y fuera del sistema. "Crearían su liga privada, exclusiva y cerrada pero no abandonarían las ligas nacionales", leímos en los varios artículos que se publicaron en la prensa tras la sorprendente confesión de Bartomeu. La frase conllevaba un mensaje implícito: "No os preocupéis, pobres mortales: vuestros equipitos seguirán gozando del placer de recibirnos una vez al año y justificar así su propia existencia". ¿Deberíamos celebrarlo? Mi opinión es que no. De hecho, no deberíamos permitirlo.

Si los superclubes crean una Superliga que les va a enriquecer más, la ventaja competitiva con la que participarían en las ligas nacionales sería exagerada, mucho más pronunciada que la que ya tienen ahora. A los clubes marginados por el nuevo torneo de élite europea no les quedaría ni la posibilidad de optar a ganar títulos en su país: incluso el equipo B que presentarían los grandes -se guardarían a las mayores figuras para el glamour del continente- sería muy superior a todos los demás. El desprestigio de la Champions League tradicional sería mayúsculo: se clasificarían los equipos mejor colocados en las ligas nacionales que no pertenecieran al universo de la Superliga.

Si los grandes deciden romper con el sistema, deben romper con todas las consecuencias: quedarían fuera del fútbol con todo lo que ello conlleva. Sus jugadores no deberían poder participar ni en Mundiales ni en Eurocopas ya que no estarían federados. Y observarían cómo el palmarés de la Copa de Europa de siempre, aquella de la que ahora tanto presumen, seguiría su curso, año tras año, con nuevos nombres inscritos en el metal del trofeo. Ellos podrían ganar algo nuevo, sí, pero algo ajeno a la tradición histórica del juego que nos enamora.

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Para que pase lo que propone Axel Torres los demás equipos no deberían bajarse los pantalones ante Real Madrid, Barcelona y Atlético.

en baloncesto ya le echaron un pulso a la FIBA y ganaron. La FIBA en aquel entonces quiso expulsar a selecciones como la española o la griega de baloncesto de los juegos Olímpicos y en España los medios de la central lechera se pusieron en contra.

La batalla judicial estaría servida. Pero la saltén en última instancia la tienen los aficionados. No acudir a esos partidos (como hacen mucho aficionados béticos que así se costean el abono para el resto de la temporada) o no consumir ese producto.

La Eurocup no la ve nadie. No interesa. Y creo que con esta competición pasaría lo mismo. Se volvería aburrida. Anodina. Tediosa.

Y repetitiva. La magia de las competiciones europeas es que cada año es un reto distinto, con cruces que se dan de lustros en lustros. Si lo conviertes en una competición regular, la gente va a acabar hasta el gorro.