Preguntó un jugador al ver la bandera que siempre está en las colaboraciones que hacemos con el Betis, en los hospitales durante la Navidad e incluso en todos los 12 tifos que hicimos, desplazamientos con el Betis fuera de casa, siempre había un guiño hacia ÉL, porque siempre estaba presente.
Es normal que no lo sepa, pero también es bueno decirlo. Báez, Juanca para los amigos, es una persona muy especial que nos dejó hace más de una década, pero que sigue siendo la encarnación, el resumen, la definición de BÉTICO con mayúsculas.
Báez es y era ese camarero que siempre te saca una sonrisa por muy mal que tuvieras el día, que hace de la rivalidad una divertida velada, que tiene un chiste para una pena, que hacía carambolas para pagarse el abono y, si caía, algún desplazamiento con el equipo.
Báez era ese bético que lo tienes para todo, que te organizaba una fiesta o una sentada, que al verlo ya sabías que estabas en territorio amigo, que tenías mucho ganado, que esa sonrisa mellada que tenía tatuada en la cara era un síntoma de que algo bueno iba a pasar.
Cuando una rotonda traicionera nos lo arrebató, nunca vi tanta pena en los rostros de los béticos que conocía, tanta pena y tanta risa, porque a veces van de la mano, recordando las mil anécdotas, las frases de filósofo guasón que todavía son santo y seña de cualquier reunión.
BÁEZ es eso y más, se ha transformado en leyenda a través de la bruma que provoca el tiempo, no ha caído en el olvido y, desde donde sea, sigue siendo la mejor definición de bético leal, amigo, currante, humilde y desinteresado, un señor con alma de barrio, con mirada traviesa y que siempre nos saca una sonrisa melancólica, de tiempos mejores, de vida verdiblanca.
Así que, querido jugador del Real Betis Balompié, si lees estas líneas, la bandera que cogiste entre las manos es algo casi sagrado para muchos béticos.
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