Recontracrónica. Un marco incomparable. Real Betis 1-1 Cádiz CF

Cuando uno se asoma por mi fondo bajo es casi como pisar el césped, y sé de lo que hablo. Es un sitio cercano al campo, se ve el sudor de los jugadores, se oyen sus voces y también tienes, desgraciadamente, la misma perspectiva en muchas jugadas que el juez de línea, con el consiguiente cabreo que me suelo llevar.

Pero a lo que voy. El ambiente es sobrecogedor, es algo grande ver, como ayer, a más de 54000 almas cantando ese himno bufanda al aire.

Y, después, ver cómo ese campo sigue, desde gol sur, animando y suspirando por ver un partido tranquilo, de esos de dos a cero en la primera parte y, después, juguetear hasta el 90 mientras la grada hace la ola.

Pero parece que este año este ambiente incomparable es casi como un lastre para nuestros jugadores. De salir enchufadísimos a estar acobardados, de sentirse en casa a pesar la responsabilidad.

Así siento la temporada, así casi que voy al campo, a vivir un bucle donde ponemos un marco incomparable que parece que anima más al contrario que a los nuestros. Y no, no es así, los de verde son los nuestros.