Un reencuentro beneficioso.

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Estos días está siendo noticia el acordado regreso para el mercado de enero de Dani Ceballos al club que le vio debutar en Primera y hacerse un hueco en la élite. El utrerano y el Real Madrid tendrían un acuerdo de cesión más compra obligada con el club bético mediante unas condiciones muy ventajosas, siempre y cuando se libere una ficha de la primera plantilla, algo que todavía debe concretarse, y más después de que Joel Robles y William Carvalho rechazasen ofertas de salida en los últimos días de mercado

Supondría la vuelta a casa de un Dani Ceballos que se marchó hace cuatro años del Villamarín, movido por las prisas y aconsejado de mala manera por unos agentes que solo vieron dinero en él.

Su salida supuso un duro varapalo para una afición que veía en él un canterano que podría ser referente de cara a siguientes temporadas, recién nombrado MVP del Europeo sub 21 con España y con un futuro prometedor. Y también fue un duro golpe porque su salida no fue precisamente gratificante. Sus negativas a renovar con el club en varias ocasiones, impidiendo aumentar el valor de su cláusula, irrisoria por aquel entonces, así como sus declaraciones egoístas (“soy yo quien debe estar preocupado, no la afición”) previas a su marcha, provocaron un enfado de dimensiones bíblicas en una hinchada que consideró su traspaso un acto de traición.

Una vez repasada la trama de la historia de su salida, conviene recordar que el utrerano sigue siendo un jugador joven y revalorizable, con calidad de sobra en sus botas. Un jugador que busca desesperadamente relanzar una carrera estancada por las ansias, y que ha dejado claro que su beticismo sigue intacto, pese a las formas de su adiós. Un futbolista de los que a buen seguro gusta a Pellegrini. Jugón y que hace jugar. Además de suponer su (presumible) llegada un win-win de manual para ambas partes: Dani Ceballos necesita al Betis para sentirse de nuevo futbolista y tener opciones de jugar un Mundial que está a la vuelta de la esquina, y el Betis necesita a Dani para completar una plantilla para tres competiciones, y más en un tramo de la temporada donde el  cuadro bético se estará jugando las castañas. Ganas un futbolista arrepentido y que querrá redimirse de sus errores, además de dotar a Guido Rodríguez de un acompañante de lujo.

Pero por otra parte, conviene señalar que no le bastará con palabras bonitas para ganarse de nuevo a la afición. El canterano deberá ganarse de nuevo a su grada con esfuerzo y luchando cada balón como si fuera el último. Redimirse exige sacrificio, pero si lo da todo, este que escribe da por seguro que el público sabrá reconocérselo en forma de perdón.

Sirva este caso, de llegar a producirse, como ejemplo para otros jugadores de la cantera de lo que puede pasar cuando las prisas o  y el dinero o ansias de fama guían tus decisiones o te dejas mal aconsejar. A veces, los cantos de sirena de equipos más grandes pueden llamar a tu puerta y el futbolista se ciega por completo, pensando que su vida futbolística estará resuelta. Nada más lejos de la realidad, no pocos jugadores de la casa son los que, movidos por esa atracción, dejaron los clubes de sus amores demasiado pronto para enrolarse en equipos más potentes, a sabiendas de que no iban a tener sitio de primeras allí. Dani Ceballos se marchó pensando que iba a ser cabeza de león, pero al final acabó siendo cola de ratón, y casi ni eso. Con pocas oportunidades y cesión incluida al Arsenal, el joven de Utrera vio estancada su carrera por una mala decisión, de la que puede al fin reponerse si acaba volviendo a casa, como en la parábola del hijo pródigo. Al final fuera de casa, va a hacer frío de verdad.

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