La Centuria
El día del Betis
Se llama Betis por el río que baña la tierra donde habitan la mayor parte de sus fieles, pero es universal. Se llama Balompié, en castellano, porque no quiso anglosajonizarse y sin embargo, traspasa fronteras. Se llama Real pero ganó la liga sin corona. Tiene cien años y no palidece el verde de un manque pierda que obliga a quererlo siempre. Tiene cien años y el blanco no es cano, sino parte de su indumentaria y de su escudo. Se empezó llamando Sevilla y ahora el Sevilla es su rival más acérrimo. Nació proletario, pero más de una vez ha engalanado con oro sus vitrinas. Lo fundó un grupo de estudiantes y más de una vez ha repetido curso.
El Real Betis Balompié, er Beti, cumple cien años. Un doce de septiembre del hermoso año 1907, unos muchachos de la Escuela Politécnica daban vida a un sentimiento que desbordaría cualquier previsión que hicisen por aquel entonces.
Nacía en la Calle Cervantes el Sevilla Balompié y empezaba desde entonces su cainita rivalidad con el Sevilla Football Club. En 1909 se gestaba un humilde Betis CF para el que, Pedro Rodríguez de la Borbolla obtendría el título de Real en 1914. Herbet Papa Jones, quien trajo los colores verdiblancos de su Celtic de Glasgow, sería el presidente en el primer año de la unión entre Sevilla Balompié y Real Betis CF. Desde entonces, y salvo en los años de la II República, lleva el club el nombre de Real Betis Balompié con el que se ha universalizado y con el que ha alcanzado la inmortalidad gracias a una afición que no sabe y no puede dejarlo solo.
Fue el primer equipo andaluz en llegar a una final de Copa (perdió en Chamartín 3-1 ante el Athletic Club en 1931); el primero en ascender a Primera División, también en 1931; el primero en ganar la liga en 1935 (venciendo 0-5 en Santander al Racing en la última jornada); fue el primero en ganar la Copa del Rey (2-2 en el Bernabéu ante el Athletic Club); y el primero en jugar la Liga de Campeones en 2005. Pero también ha obtenido otros logros singulares como ser el único club español que se ha proclamado campeón en todas las categorías nacionales (primera, segunda y tercera división) o el primer andaluz en jugar en Europa del Este.
Se gestó de forma humilde y caló en el pueblo por el habitual perseguimiento al que se vio sometido desde sus inicios por parte de las altas instituciones del fútbol, y en ocasiones, de la política. No es de extrañar que Radio Moscú animara a los proletarios del Betis Balompié en su lucha contra los capitalistas del Sevilla FC. La Guerra Civil acabó con el que pudo ser el mejor Betis de la historia. La columna vertebral verdiblanca era originaria del País Vasco y allí se volvió tras la victoria de los golpistas. La debacle llegó con el descenso a 3ªDivisión en 1946-47. El beticismo acuñaba el manque pierda, lema de fidelidad que siempre guardaba la verde esperanza de que el Betis se equivocara y le diese por ganar. En 1955, con el equipo en 2ª, llegaba Benito Villamarín Prieto, en 1958, el Betis retoma su sitio entre los grandes. Areta y Del Sol comandaba al Betis del retorno. Un Betis con estadio propio. El viejo Heliópolis se convertía en el Benito Villamarín, denominación que lució hasta hace bien poco, cuando el estadio pasó a llamarse Manuel Ruiz de Lopera.
Seguramente Villamarín y Lopera sean los hombres más recordados entre los presidentes de estos primeros cien años de vida que hoy cumple el Betis. Pero hay que reconocer que quien verdaderamente ha comandado la nave bética hasta su primera centuria es su afición. Rara avis del balompié, el bético es un hincha sin par. Los que llenaron de beticismo el domingo de feria de 1935 para celebrar el título de liga cosechado en Santander y que recibieron en masa al Flecha Verde, el autobús de los campeones; son los mismos aficionados a los que le bastaba una pancarta y una tortilla de papas para ir a ver a su Betis por los campos de tercera (Utrera, Carmona, Tetúan, Melilla, Granada y un largo etcétera). La misma afición que colapsó de verdiblanco el Bernabéu ante el todopoderoso Athletic de Iríbar aquella noche de junio de 1977 que encumbró a Esnaola y López, los mismos fieles que lloraron un año después un nuevo descenso a segunda. El bético que, reencarnado una y otra vez, de padres a hijos, de hijos a nietos, estuvo en Moscú, en Milán, en Burdeos, en Londres, en Mónaco, en Liverpool y allí donde su Betis le necesitase. El Betis visitó los abismos por última vez en 2000 y tuvo 30.000 fieles cada domingo, ya se llamara el rival At. de Madrid o Universidad de Las Palmas. Muchas veces el Betis dio síntomas de muerte y de todas ellas lo salvaron sus incondicionales donantes. La sangre verde que corre por las venas de los que llevan el escudo de las trece barras marcado en sus corazones, sirvió en incontables ocasiones para oxigenar a un Betis moribundo.
Papa Jones, Aniño, Wesolowsky, Zúñiga y los hermanos del Castillo fueron pioneros en defender sus colores. El Sevilla Balompié nació vestido de azul y un año enrojeció sus vestimentas, pero pronto verticalizó el verdiblanco horizontal del añejo Celtic. El verdiblanco le hizo ganar simpatías entre muchos andaluces y, como su río, bañó con su caudal un extenso sendero de vida por la Bética de los romanos. El entrañable Balompié se sacudió la soga del fascismo mandando a sus infatiles a perder honrosamente por 22-0 ante el eterno rival en la final de la Copa de Andalucía de 1918. Nunca un club llevó con tanto orgullo una derrota. Aquella muestra de obrerismo balompédico fue una de tantas reivindicaciones del origen proletario del inquebrantable Betis.
Ganó la Copa Artística, la Copa de Sevilla y la Copa de Ayuntamiento entre 1915 y 1920. Venció en 1926 al Sevilla en la Copa Spencer, en una década en la que empezó a mostrar su predilección por el campeonato copero y en la que salió a jugar a Nuremberg. Inauguró en 1928 el estadio de Nervión, aguando la fiesta a su eterno rival al vencerle en su feudo por 1-2 (goles de Carrasco). En aquellos años, se ponían la verdiblanca hombres como Tenorio (padre del inagotable utillero, Alberto Tenorio), Esteve, Adolfito y Aranda.
Alcanzó en 1931 la final de Copa siendo equipo de segunda e inauguró el casillero de equipos andaluces en 1ª División el año de 1932, tres antes de que Urquiaga, Areso, Aedo, Peral, Gómez, Larrionoa, Adolfo, Lecue, Unamuno, Timimi, Saro, Caballero, Rancel, Valera y Espinosa, le dieran su único título liguero. Aquel Betis plagado de vascos superó en un punto al Madrid y se convertía en el primer equipo andaluz en lograr el torneo de la regularidad. La Guerra destrozó al Betis, se marcharon los vascos y desde 1936 se jugó en Heliópolis. En 1941, se recuperaban la corona y el título regio, aún Saro, Peral y Caballero defendían los colores de un club en el que la corona parecía peligrar sobre el rombo central de su insignia.
El Betis acabó dando con sus huesos en tercera división la temporada 1946-47, entran aquí un sinfín de nombres olvidados por el reduccionismo histórico. Para los que no sólo se quedan con los títulos, el Betis estuvo dirigido por Pascual Aparicio, jugándose parte de su patrimonio para no dejarle perecer, Manuel Ruiz tuvo el honor de devolverlo a 2ª, la afición lo celebró con una lluvia de puros en el último encuentro.
En 1955, Benito Villamarín Prieto, empresario gallego que un día paseando por Heliópolis afirmó que llegaría a ser presidente del Betis, cumplía su palabra. Areta, Del Sol, Portu, Paqui y Sobrado destacaban en un Betis que celebró sus bodas de oro en primera división con escudo nuevo, el actual, diseñado por José María de la Concha. Obtenía el beticismo un merecido premio a su fidelidad. De vuelta a la máxima categoría, inauguraba el Sánchez Pizjuán derrotando al Sevilla por 2-4 con Luis Del Sol capitaneando una alineación que completaron Otero, Valderas, Eusebio Ríos, Isidro, Paqui, Portu, Castaños, Azpeitia, Kuszman y Areta.
Villamarín compró Heliópolis y vendió a Del Sol, que triunfaría en Real Madrid, Juventus e Inter antes de regresar a casa para colgar las botas. Benito Villamarín no dejó al Betis hasta que un cáncer le obligó a hacerlo en 1965, un año antes, el mítico, Andrés Aranda, fallecía en una concentración siendo entrenador del club.
Antón, Telechía y Quino firmaron un nuevo ascenso a primera en 1967, pero la alegría duraba sólo un año. En el 68, llorando todavía a Villamarín, el Betis descendía de nuevo. En el 71, Quino lograba el Pichichi de la división de plata y el Betis ascendía por quinta vez en su historia a la 1ªDivisión. Telechía, Cobo, González, Rogelio Sosa y Macario, acompañaron a Quino en la nueva hazaña bética.
Los 70 dieron otro descenso y un nuevo ascenso, el Betis era por entonces un equipo ascensor del que nadie esperaba que estuviese a punto de lograr una de sus mayores gestas deportivas.
Ferenc Szusza fue dando forma a un proyecto con el que Rafa Iriondo convertiría al Betis en el primer campeón de la Copa del Rey. En el Manzanares, ante el Athletic Club, 46 años después, el Balompié se tomaba la revancha. López igualaba por dos veces el marcador para firmar la tanda de penaltis. Desde los once metros, Esnaola paró hasta cuando al árbitro no le valía y además marcó a un Iríbar que le cerró las puertas de la selección. La foto de campeón de España inmortalizó al míster Iriondo con sus discípulos Esnaola, Bizcocho, Biosca, Sabaté, López, Cobo, García Soriano, Alabanda, Megido, Cardeñosa y Benítez, y el masajista, Vicente Montiel. También fueron campeones: Campos, Anzarda, García Fernández, Del Pozo, Eulate, Mendieta, Rosado, Lobato y Rogelio. Un púber, Rafael Gordillo, lo celebraba como jugador más prometedor de la cantera. Los extranjeros, Muhren y Ladinzsky no podían jugar por su condición de foráneos.
Pero este Betis, de cal y de arena, volvía a sufrir una arritmia cardiaca que daba con su corazón nuevamente en la división de plata. Un equipo capaz de ganar al Milan en la Recopa de Europa, perdía la categoría con todo su arsenal intacto. El maleficio que cayó desde Vizcaya, duró sólo un año y en 1979, el Betis regresaba a su sitio.
El Betis de Gordillo y Poli Rincón (único Pichichi bético en primera), tendría varias participaciones UEFA en los 80. Pero esta década significó también el adiós de Esnaola y Cardeñosa, amén de la venta de Gordillo al Real Madrid. La nuevas estrellas del Betis eran el central, Alex, Parra y el maestro, Calderón. Junto al argentino, Diego (antes de su transfugismo al Sevilla), Quico y Hadzibegic mostraron un buen nível de juego, teniendo como entrenador a Luis Del Sol.
Tras un nuevo descenso, en 1990, el Betis recuperaba la 1ªDivisión. Además, su filial ascendía a 2ªB, el Juvenil lograba el título de Copa del Rey y el Cadete era campeón de España. Una cantera que desapareció durante unos años a principios de los 90 y de la que se fueron grandes promesas a la otra acera de la ciudad.
En 1992, llega Manuel Ruiz de Lopera a un Betis que estuvo a punto de desaparecer. Pero sólo bajo la dirección de Lorenzo Serra Ferrer, quizás el mejor entrenador bético de la historia, el beticismo volvíó a codearse con los grandes.
Rafael Gordillo tuvo tiempo de vivir sobre el césped un nuevo ascenso en el Plantío de Burgos, una ciudad teñida de verdiblanco por una afición, que esta vez se subió al tren para defender su escudo. El Toro Aquino metía los goles, emulando las dianas que hiciera poco antes, Pepe Mel.
Diezma era el portero bético, pero Pedro Jaro le quitó el puesto y obtuvo el trofeo Zamora en 1995, cuando el Betis de Serra en el que deslumbraban los desconocidos Merino, Ureña, Roberto Ríos, Vlada Stosic, Cañas, Alexis y Cuéllar, alcanzaba el tercer puesto liguero.
Reforzado con las botas blancas de Alfonsito Pérez Múñoz, la sombra jugetona de Finidi, el cañón zurdo de Robert Jarni y la perpetuidad de Toni Prats bajo los palos, o el buen hacer de Luis Fernández, el Betis alcanzaba y perdía su tercera final de Copa, en un Santiago Bernabéu, donde el FC Barcelona remontaba un 2-1 en contra para cerrar la puerta de la ilusión a una afición que soñó hasta la prórroga. El recibimiento a los subcampeones en la Plaza Nueva forma parte ya de la historia reciente verdiblanca. En la Recopa del 96, el Betis caía ante el Chelsea de Gustavo Poyet y Tore Andre Flo.
En 2000, con el equipo de la Copa, pero sin Serra, recurriendo demasiado tarde a Pepe Hadzibegic, el Real Betis Balompié sufría su último descenso a segunda. Un año más tarde, venciendo 0-2 en La Victoria de Jaén, el equipo de Prats, Luis Fernández, Merino, Cañas, Denílson, Gaby Amato y Gastón Casas, sin Finidi ni Alfonso ni Jarni, pero con los canteranos Varela, Capi, Rivas, Arzu y Joaquín, y con Del Sol en el banquillo, ascendía por enésima vez a 1ª.
Lesionado Dani, que irrumpió desde el filial como goleador hasta que lo paró el central tinerfeño, Alexis, un Betis sin delantero rozó la Champions de la mano de Juande Ramos.
En 2004 regresaba Lorenzo Serra Ferrer para dar sus días de mayor gloria a un Betis cercano a la centuria. 2005 fue su año, los goles de Oliveira, Edu y Assunçao metían al Betis en Liga de Campeones. El 11 de junio, gracias a que Doblas y Luis Fernández se visitieron de héroes en el viejo San Mamés, Dani tuvo el honor de marcar en el Calderón el gol que otorgaba al Betis su segunda Copa del Rey. Esta vez se proclamaron campeones: Contreras, Prats, Doblas, David Llano, Castellini, Juanito, Lembo, Luis Fernández, Melli, Rivas, Tais, Varela, Arzu, Assunçao, Cañas, Capi, Benjamín, Denílson, Joaquín, Pablo Niño, Alfonso, Fernando, Oliveira, Edu y Dani. El mismo Dani se convertía en el artífice de una victoria mítica ante el Chelsea en Liga de Campeones la temporada siguiente, en un partido que iniciaba una debacle que estuvo cerca de mandar al Betis nuevamente a segunda. Lo evitó Edu, en diez minutos de agonía santanderina que quedarán para la historia como el culmen de un día en que una masa enloquecida de fieles cruzó media España para que su Betis celebrara estos cien años de vida en el lugar que se merece.
La lista de héroes es inagotable, son todos los que están, pero no están todos los que son. Viva el Betis. Feliz centenario, béticos del universo. A por otros cien años más de pasión verdiblanca.
José Ibáñez
El día del Betis
Se llama Betis por el río que baña la tierra donde habitan la mayor parte de sus fieles, pero es universal. Se llama Balompié, en castellano, porque no quiso anglosajonizarse y sin embargo, traspasa fronteras. Se llama Real pero ganó la liga sin corona. Tiene cien años y no palidece el verde de un manque pierda que obliga a quererlo siempre. Tiene cien años y el blanco no es cano, sino parte de su indumentaria y de su escudo. Se empezó llamando Sevilla y ahora el Sevilla es su rival más acérrimo. Nació proletario, pero más de una vez ha engalanado con oro sus vitrinas. Lo fundó un grupo de estudiantes y más de una vez ha repetido curso.
El Real Betis Balompié, er Beti, cumple cien años. Un doce de septiembre del hermoso año 1907, unos muchachos de la Escuela Politécnica daban vida a un sentimiento que desbordaría cualquier previsión que hicisen por aquel entonces.
Nacía en la Calle Cervantes el Sevilla Balompié y empezaba desde entonces su cainita rivalidad con el Sevilla Football Club. En 1909 se gestaba un humilde Betis CF para el que, Pedro Rodríguez de la Borbolla obtendría el título de Real en 1914. Herbet Papa Jones, quien trajo los colores verdiblancos de su Celtic de Glasgow, sería el presidente en el primer año de la unión entre Sevilla Balompié y Real Betis CF. Desde entonces, y salvo en los años de la II República, lleva el club el nombre de Real Betis Balompié con el que se ha universalizado y con el que ha alcanzado la inmortalidad gracias a una afición que no sabe y no puede dejarlo solo.
Fue el primer equipo andaluz en llegar a una final de Copa (perdió en Chamartín 3-1 ante el Athletic Club en 1931); el primero en ascender a Primera División, también en 1931; el primero en ganar la liga en 1935 (venciendo 0-5 en Santander al Racing en la última jornada); fue el primero en ganar la Copa del Rey (2-2 en el Bernabéu ante el Athletic Club); y el primero en jugar la Liga de Campeones en 2005. Pero también ha obtenido otros logros singulares como ser el único club español que se ha proclamado campeón en todas las categorías nacionales (primera, segunda y tercera división) o el primer andaluz en jugar en Europa del Este.
Se gestó de forma humilde y caló en el pueblo por el habitual perseguimiento al que se vio sometido desde sus inicios por parte de las altas instituciones del fútbol, y en ocasiones, de la política. No es de extrañar que Radio Moscú animara a los proletarios del Betis Balompié en su lucha contra los capitalistas del Sevilla FC. La Guerra Civil acabó con el que pudo ser el mejor Betis de la historia. La columna vertebral verdiblanca era originaria del País Vasco y allí se volvió tras la victoria de los golpistas. La debacle llegó con el descenso a 3ªDivisión en 1946-47. El beticismo acuñaba el manque pierda, lema de fidelidad que siempre guardaba la verde esperanza de que el Betis se equivocara y le diese por ganar. En 1955, con el equipo en 2ª, llegaba Benito Villamarín Prieto, en 1958, el Betis retoma su sitio entre los grandes. Areta y Del Sol comandaba al Betis del retorno. Un Betis con estadio propio. El viejo Heliópolis se convertía en el Benito Villamarín, denominación que lució hasta hace bien poco, cuando el estadio pasó a llamarse Manuel Ruiz de Lopera.
Seguramente Villamarín y Lopera sean los hombres más recordados entre los presidentes de estos primeros cien años de vida que hoy cumple el Betis. Pero hay que reconocer que quien verdaderamente ha comandado la nave bética hasta su primera centuria es su afición. Rara avis del balompié, el bético es un hincha sin par. Los que llenaron de beticismo el domingo de feria de 1935 para celebrar el título de liga cosechado en Santander y que recibieron en masa al Flecha Verde, el autobús de los campeones; son los mismos aficionados a los que le bastaba una pancarta y una tortilla de papas para ir a ver a su Betis por los campos de tercera (Utrera, Carmona, Tetúan, Melilla, Granada y un largo etcétera). La misma afición que colapsó de verdiblanco el Bernabéu ante el todopoderoso Athletic de Iríbar aquella noche de junio de 1977 que encumbró a Esnaola y López, los mismos fieles que lloraron un año después un nuevo descenso a segunda. El bético que, reencarnado una y otra vez, de padres a hijos, de hijos a nietos, estuvo en Moscú, en Milán, en Burdeos, en Londres, en Mónaco, en Liverpool y allí donde su Betis le necesitase. El Betis visitó los abismos por última vez en 2000 y tuvo 30.000 fieles cada domingo, ya se llamara el rival At. de Madrid o Universidad de Las Palmas. Muchas veces el Betis dio síntomas de muerte y de todas ellas lo salvaron sus incondicionales donantes. La sangre verde que corre por las venas de los que llevan el escudo de las trece barras marcado en sus corazones, sirvió en incontables ocasiones para oxigenar a un Betis moribundo.
Papa Jones, Aniño, Wesolowsky, Zúñiga y los hermanos del Castillo fueron pioneros en defender sus colores. El Sevilla Balompié nació vestido de azul y un año enrojeció sus vestimentas, pero pronto verticalizó el verdiblanco horizontal del añejo Celtic. El verdiblanco le hizo ganar simpatías entre muchos andaluces y, como su río, bañó con su caudal un extenso sendero de vida por la Bética de los romanos. El entrañable Balompié se sacudió la soga del fascismo mandando a sus infatiles a perder honrosamente por 22-0 ante el eterno rival en la final de la Copa de Andalucía de 1918. Nunca un club llevó con tanto orgullo una derrota. Aquella muestra de obrerismo balompédico fue una de tantas reivindicaciones del origen proletario del inquebrantable Betis.
Ganó la Copa Artística, la Copa de Sevilla y la Copa de Ayuntamiento entre 1915 y 1920. Venció en 1926 al Sevilla en la Copa Spencer, en una década en la que empezó a mostrar su predilección por el campeonato copero y en la que salió a jugar a Nuremberg. Inauguró en 1928 el estadio de Nervión, aguando la fiesta a su eterno rival al vencerle en su feudo por 1-2 (goles de Carrasco). En aquellos años, se ponían la verdiblanca hombres como Tenorio (padre del inagotable utillero, Alberto Tenorio), Esteve, Adolfito y Aranda.
Alcanzó en 1931 la final de Copa siendo equipo de segunda e inauguró el casillero de equipos andaluces en 1ª División el año de 1932, tres antes de que Urquiaga, Areso, Aedo, Peral, Gómez, Larrionoa, Adolfo, Lecue, Unamuno, Timimi, Saro, Caballero, Rancel, Valera y Espinosa, le dieran su único título liguero. Aquel Betis plagado de vascos superó en un punto al Madrid y se convertía en el primer equipo andaluz en lograr el torneo de la regularidad. La Guerra destrozó al Betis, se marcharon los vascos y desde 1936 se jugó en Heliópolis. En 1941, se recuperaban la corona y el título regio, aún Saro, Peral y Caballero defendían los colores de un club en el que la corona parecía peligrar sobre el rombo central de su insignia.
El Betis acabó dando con sus huesos en tercera división la temporada 1946-47, entran aquí un sinfín de nombres olvidados por el reduccionismo histórico. Para los que no sólo se quedan con los títulos, el Betis estuvo dirigido por Pascual Aparicio, jugándose parte de su patrimonio para no dejarle perecer, Manuel Ruiz tuvo el honor de devolverlo a 2ª, la afición lo celebró con una lluvia de puros en el último encuentro.
En 1955, Benito Villamarín Prieto, empresario gallego que un día paseando por Heliópolis afirmó que llegaría a ser presidente del Betis, cumplía su palabra. Areta, Del Sol, Portu, Paqui y Sobrado destacaban en un Betis que celebró sus bodas de oro en primera división con escudo nuevo, el actual, diseñado por José María de la Concha. Obtenía el beticismo un merecido premio a su fidelidad. De vuelta a la máxima categoría, inauguraba el Sánchez Pizjuán derrotando al Sevilla por 2-4 con Luis Del Sol capitaneando una alineación que completaron Otero, Valderas, Eusebio Ríos, Isidro, Paqui, Portu, Castaños, Azpeitia, Kuszman y Areta.
Villamarín compró Heliópolis y vendió a Del Sol, que triunfaría en Real Madrid, Juventus e Inter antes de regresar a casa para colgar las botas. Benito Villamarín no dejó al Betis hasta que un cáncer le obligó a hacerlo en 1965, un año antes, el mítico, Andrés Aranda, fallecía en una concentración siendo entrenador del club.
Antón, Telechía y Quino firmaron un nuevo ascenso a primera en 1967, pero la alegría duraba sólo un año. En el 68, llorando todavía a Villamarín, el Betis descendía de nuevo. En el 71, Quino lograba el Pichichi de la división de plata y el Betis ascendía por quinta vez en su historia a la 1ªDivisión. Telechía, Cobo, González, Rogelio Sosa y Macario, acompañaron a Quino en la nueva hazaña bética.
Los 70 dieron otro descenso y un nuevo ascenso, el Betis era por entonces un equipo ascensor del que nadie esperaba que estuviese a punto de lograr una de sus mayores gestas deportivas.
Ferenc Szusza fue dando forma a un proyecto con el que Rafa Iriondo convertiría al Betis en el primer campeón de la Copa del Rey. En el Manzanares, ante el Athletic Club, 46 años después, el Balompié se tomaba la revancha. López igualaba por dos veces el marcador para firmar la tanda de penaltis. Desde los once metros, Esnaola paró hasta cuando al árbitro no le valía y además marcó a un Iríbar que le cerró las puertas de la selección. La foto de campeón de España inmortalizó al míster Iriondo con sus discípulos Esnaola, Bizcocho, Biosca, Sabaté, López, Cobo, García Soriano, Alabanda, Megido, Cardeñosa y Benítez, y el masajista, Vicente Montiel. También fueron campeones: Campos, Anzarda, García Fernández, Del Pozo, Eulate, Mendieta, Rosado, Lobato y Rogelio. Un púber, Rafael Gordillo, lo celebraba como jugador más prometedor de la cantera. Los extranjeros, Muhren y Ladinzsky no podían jugar por su condición de foráneos.
Pero este Betis, de cal y de arena, volvía a sufrir una arritmia cardiaca que daba con su corazón nuevamente en la división de plata. Un equipo capaz de ganar al Milan en la Recopa de Europa, perdía la categoría con todo su arsenal intacto. El maleficio que cayó desde Vizcaya, duró sólo un año y en 1979, el Betis regresaba a su sitio.
El Betis de Gordillo y Poli Rincón (único Pichichi bético en primera), tendría varias participaciones UEFA en los 80. Pero esta década significó también el adiós de Esnaola y Cardeñosa, amén de la venta de Gordillo al Real Madrid. La nuevas estrellas del Betis eran el central, Alex, Parra y el maestro, Calderón. Junto al argentino, Diego (antes de su transfugismo al Sevilla), Quico y Hadzibegic mostraron un buen nível de juego, teniendo como entrenador a Luis Del Sol.
Tras un nuevo descenso, en 1990, el Betis recuperaba la 1ªDivisión. Además, su filial ascendía a 2ªB, el Juvenil lograba el título de Copa del Rey y el Cadete era campeón de España. Una cantera que desapareció durante unos años a principios de los 90 y de la que se fueron grandes promesas a la otra acera de la ciudad.
En 1992, llega Manuel Ruiz de Lopera a un Betis que estuvo a punto de desaparecer. Pero sólo bajo la dirección de Lorenzo Serra Ferrer, quizás el mejor entrenador bético de la historia, el beticismo volvíó a codearse con los grandes.
Rafael Gordillo tuvo tiempo de vivir sobre el césped un nuevo ascenso en el Plantío de Burgos, una ciudad teñida de verdiblanco por una afición, que esta vez se subió al tren para defender su escudo. El Toro Aquino metía los goles, emulando las dianas que hiciera poco antes, Pepe Mel.
Diezma era el portero bético, pero Pedro Jaro le quitó el puesto y obtuvo el trofeo Zamora en 1995, cuando el Betis de Serra en el que deslumbraban los desconocidos Merino, Ureña, Roberto Ríos, Vlada Stosic, Cañas, Alexis y Cuéllar, alcanzaba el tercer puesto liguero.
Reforzado con las botas blancas de Alfonsito Pérez Múñoz, la sombra jugetona de Finidi, el cañón zurdo de Robert Jarni y la perpetuidad de Toni Prats bajo los palos, o el buen hacer de Luis Fernández, el Betis alcanzaba y perdía su tercera final de Copa, en un Santiago Bernabéu, donde el FC Barcelona remontaba un 2-1 en contra para cerrar la puerta de la ilusión a una afición que soñó hasta la prórroga. El recibimiento a los subcampeones en la Plaza Nueva forma parte ya de la historia reciente verdiblanca. En la Recopa del 96, el Betis caía ante el Chelsea de Gustavo Poyet y Tore Andre Flo.
En 2000, con el equipo de la Copa, pero sin Serra, recurriendo demasiado tarde a Pepe Hadzibegic, el Real Betis Balompié sufría su último descenso a segunda. Un año más tarde, venciendo 0-2 en La Victoria de Jaén, el equipo de Prats, Luis Fernández, Merino, Cañas, Denílson, Gaby Amato y Gastón Casas, sin Finidi ni Alfonso ni Jarni, pero con los canteranos Varela, Capi, Rivas, Arzu y Joaquín, y con Del Sol en el banquillo, ascendía por enésima vez a 1ª.
Lesionado Dani, que irrumpió desde el filial como goleador hasta que lo paró el central tinerfeño, Alexis, un Betis sin delantero rozó la Champions de la mano de Juande Ramos.
En 2004 regresaba Lorenzo Serra Ferrer para dar sus días de mayor gloria a un Betis cercano a la centuria. 2005 fue su año, los goles de Oliveira, Edu y Assunçao metían al Betis en Liga de Campeones. El 11 de junio, gracias a que Doblas y Luis Fernández se visitieron de héroes en el viejo San Mamés, Dani tuvo el honor de marcar en el Calderón el gol que otorgaba al Betis su segunda Copa del Rey. Esta vez se proclamaron campeones: Contreras, Prats, Doblas, David Llano, Castellini, Juanito, Lembo, Luis Fernández, Melli, Rivas, Tais, Varela, Arzu, Assunçao, Cañas, Capi, Benjamín, Denílson, Joaquín, Pablo Niño, Alfonso, Fernando, Oliveira, Edu y Dani. El mismo Dani se convertía en el artífice de una victoria mítica ante el Chelsea en Liga de Campeones la temporada siguiente, en un partido que iniciaba una debacle que estuvo cerca de mandar al Betis nuevamente a segunda. Lo evitó Edu, en diez minutos de agonía santanderina que quedarán para la historia como el culmen de un día en que una masa enloquecida de fieles cruzó media España para que su Betis celebrara estos cien años de vida en el lugar que se merece.
La lista de héroes es inagotable, son todos los que están, pero no están todos los que son. Viva el Betis. Feliz centenario, béticos del universo. A por otros cien años más de pasión verdiblanca.
José Ibáñez
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