Hay periodistas que pueden presumir de tener hilo directo con un directivo o de ser amigo de algún jugador importante. Yo en cambio puedo presumir de haber entrevistado con retrospectiva a un sinfín de antiguos jugadores del Betis durante mi estancia en Estadio Deportivo. Algunos de ellos, como Jarni, Assunçao o Gastón Casas, se recrearon narrando sus momentos dorados en Heliópolis, pero a muchos otros no les quedó más remedio que explicarme sus fracasos.

La principal diferencia entre conversar con futbolistas en activo y futbolistas retirados es la transparencia. Los primeros temen decir lo que realmente piensan por miedo a las consecuencias, y es totalmente comprensible. En cambio los que ya ha colgado las botas no ven al periodista como un enemigo y agradecen la oportunidad de recordar y revivir sus trayectorias profesionales, aunque estuvieran repletas de sueños incumplidos.

Quizás por ello, me llevé grandes sorpresas al comprobar a qué se dedicaban en la actualidad. Por poner algunos ejemplos, Virgilio Ferreira recibió mi llamada en la granja que regenta en Atyrá (Paraguay), Gaspercic hizo lo propio desde su tienda de disfraces en Genk (Bélgica) y Balán Gonzales desde una obra en Dallas (Estados Unidos), ya que había cambiado el balón por la albañilería. Otros tuvieron más suerte y pudieron seguir ligados al mundo del fútbol: Ekström como ojeador del Goteborg, Ikpeba como representante de futbolistas, Pumpido y Kobelev como entrenadores en sus respectivos países, etc.

Eso sí, todos y cada uno de ellos coincidían a la hora de describir al Betis como un club grande con una afición incomparable, al tiempo que lamentaban no haber estado a la altura de las circunstancias. Roman Kukleta, recientemente fallecido, no era una excepción en este sentido pese a su fama de jugador anárquico e indolente. Llevaba casi 20 años sin hablar español y logró articular una frase que me dejó atónito: “Aún me jode el gol que me anularon en la promoción”. Decía que no había un día en el que no se acordase de aquella polémica jugada que pudo hacer feliz a tantos béticos. Asimismo, me aseguró -entre ataques de tos- que el último descenso, el de 2009, había sido “una mierda” para él, ya que estando el Betis en Segunda división no podía conocer sus resultados a través de los periódicos checos.

Para el Betis, Roman Kukleta no significó mucho, pero para Kukleta el Betis sí significó bastante. Otro ex bético, el portugués Joao Tomás, me llegó a decir que si volviera a nacer no dudaría en volver a fichar por el Betis para intentar corregir el curso de su historia y triunfar vestido de verdiblanco. Y no se por qué, tengo el presentimiento de que Kukleta, de haber dominado el español, me habría dicho lo mismo.

By David Diaz