Quiero comenzar afirmando que aún no he agotado todo el crédito que desde un principio me mereció EDUARDO MACIÁ. Sin embargo también debo confesar que entre él y el Consejo de Administración poco a poco me van desinflando. Basten para ello algunos ejemplos. Desde hace ya bastantes años vemos como los vecinos anuncian de un día para otro su interés en un determinado futbolista, casi siempre desconocido para el gran público, y sin apenar dar tiempo a digerir la información ya se encuentra en nuestra ciudad pasando el reconocimiento médico. Por si eso fuera poco, su media de inversiones suele estar entre los dos y los cinco millones de euros. A los tres/cuatro años, aparte de un más que notable rendimiento, el futbolista alcanza cinco o seis veces el valor de su adquisición y, todavía para más Inri, sale del Club más sevillista que el mismísimo Sánchez Pizjuan. Nosotros por el contrario, nos podemos llevar por el fichaje de cualquiera, auténticos melones por calar, tres o cuatro semanas desde su anuncio y en no pocas ocasiones hemos de sufrir incluso la humillación de que equipos inferiores acaben quitandonoslos. Repito, sigo confiando en Maciá, al menos parece ser diferente a lo que siempre tuvimos, pero empiezo a preocuparme, o a mosquearme y solo espero que esa peocupación y ese mosqueo también los sientan nuestros Directivos y Técnicos. ¡A ver si de una vez por todas, logramos hacer del Betis lo que queremos los béticos: EL ÚNICO!