¡ Me duele éste Betis !
¿Qué es la desesperación?. A tal complejidad de pregunta, creo que solo un bético podría dar una respuesta exacta y contundente. Llevamos muchos años, casi nuestra historia entera, educándonos día a día, jornada tras jornada, temporada tras temporada, salvo alguna rarísima excepción, en la frustración, en el desconsuelo y, lo que es peor, en la resignación. Y ya va siendo hora de que digamos basta. Basta de dirigentes absolutamente ignorantes del fútbol, o al menos en el sentido y la dimensión de modernidad que éste ha alcanzado. Basta asimismo de profesionales de la gestión y la planificación que parecen atender antes a cualquier tipo de intereses que al sentimiento de una masa de personas sea ésta social o no. Basta de esos otros profesionales, los de a pié, los que juegan aunque a veces parezca que ni para eso sirven y que a la postre son los que tiran por el suelo nuestro escudo y nuestra gloria.
Y si hay que poner nombres y apellidos, para nada me va a temblar el pulso en hacerlo porque me duele el Betis bastante más que a ellos. Y así proclamo mi desesperación y mi frustración por los casi treinta años de penuria deportiva, de fracasos estrepitosos, de ridículo sistemático a que nos han conducido. Hablo de Loperas, Olleros, Guillenes, Galeras, Haros o Catalanes, sin entrar en Administradores y demás inútiles, aprovechados u oportunistas. Hablo de Macías o de Torrecillas por citar solo los de nuestras más recientes humillaciones. Hablo, y aquí para evitar una lista interminable referiré solo el momento presente, De los Piccini, Navarro, Martínez, Cejudo, Nahuel, Zozulya, Bruno, Martin, Gutiérrez, y un larguísimo etcétera. ¿Quién no añora, aunque sé que es remontarme demasiado, a J. Núñez Naranjo, a Szusza, Cardeñosa, Esnaola, Biosca, López, Diarte, Alfonso, Oliveira, Jarni, etc.?. ¿Quién nos devuelve aquel Betis, y con ello la ilusión y el orgullo de ser y sentirnos béticos?. Señores, por favor, no le hagan más daño al sentimiento y la pasión más grande que existe en el fútbol español, no nos amarguen más la vida, váyanse todos y dejen que la gente del Betis, de siempre y por siempre, reconstruyamos nuestra propia leyenda.