Para Caudetreba:
Julio: yo me imagino al chiquillo de este cuento como el tuyo, el que me enseñaste con esos ojazos.
Bss

[CENTER]I[/CENTER]

- ¡Que yo me voy a Sevilla con mi tito Juan, que me va a comprá una bisleta y un coche!
- ¡chiquillo, bájate1
- ¡Po no me bajo, ea!
- ¿No oyes tú que te bajes?
- ¡Po yo quiero i a Sevilla, po yo me voy, ea!
- Déjalo; me lo llevaré, con eso lo ve madre…
- ¿Dónde vas tú con un niño que no sabe ni vestirse? Tan ruidosísimo como es…
- Anda, tres días se pasan de cualquier manera. De todos modos tengo que volver el sábado, y mientras va y viene, no falta gente por el camino.
Y me lo traje.

[CENTER]II[/CENTER]

- Tito, ese hombre ¿qué es?
- Un guardia municipal.
- ¿Y manda mucho, tito?
- ¡Muchísimo!
- ¿Más que el rey y más que tó?...
- Más que el rey, no, pero manda ¡ un disparate!
- ¿ Y pué meté empreso a la gente y tó?
- Al que dé motivo.
- ¿Y motivo qué es, tito?
- Cosas malas, como para que lo metan a uno en la cárcel, decir picardías… no hacer caso de su mamá o de su papá…pegarle a su Juanito.
……………………………………………………………………………………

- Tito, ¿El cielo de quién es?
- El cielo, de Dios.
- ¿Quién se lo ha dao?
- ¡Él, que lo ha hecho!
- Entonce, ¿no había cielo de ante?
- Antes de que Dios hiciera todas las cosas, no había nada.
- ¿Ná, ná, ná, ná?
- ¡Nada, no había nada!
- Entonce, ¿qué comía la gente, tito?
- ¡Si no había gente, hombre, ¿No te he dicho que no había nada?
- Y el mundo, tito, ¿Tó, tó el mundo de quién es?
- El mundo, de los hombres, pero porque se lo ha dado Dios.
- Entonce, ¿Las mujeres no tienen ná? Po tita Flora tiene olivares y viñas y…
- Cuando se dice “los hombres” se entiende también las mujeres. Donde entran los hombres entran las mujeres.
- ¡Po las mujeres no entran en quinta! ¿Y eso por qué, tito?
- ¿Sabes que preguntas tú más que el Catecismo?
- ¿Catecismo, ¿qué es, tito?
- Catecismo es… que te calles y no preguntes más…¡Muñeco más curioso!...
………………………………………………………………………………………

- Tito, los tranvías, ¿por qué no tienen caballos?
- Porque no los necesitan. Míralo.
- Entonces, ¿Quién estira de ellos?
- Una fuerza…que se llama electricidad.
- ¿Y la electricidad qué es, tito?
- Eso, una fuerza que va por esos alambres, y…
- ¿Y de quién es los tranvías, tito? ¿del hombre que cobraba el dinero?... y ¿cuesta mucho un tranvía? ¿costará dos duros?
- ¡Mucho más!
- ¡Tres duros?
- Por ahí, por ahí…
- Y tú, ¿por qué no compras un tranvía y arrepico yo la campanilla…y tú recoges el dinero, y me compras a mí muchos dulces y pelotas y un coche y le pegas gofetás a tos los hombres, y…
- Porque el dinero no debe servir para eso. El dinero debe servir para cubrir las necesidades propias y hacer caridad con los pobres.
- ¿Y caridad qué es, tito?
- Dar limosna a los pobres por el amor de Dios…Toma esta ***** gorda y anda, ve a dársela a aquel pobrecito ciego que está allí en la puerta de la iglesia.
- ¡Ojú, me ha dicho “usté”y ero (soy) un chiquillo!
- ¿Pues qué te ha dicho?
- Dios se lo pague a usté. ¿Pague qué es?
- Que dios nos da premio por socorrer al prójimo.
- ¿Y el prójimo qué es, tito?
- Todos los hombres son nuestro prójimo, y los pobrecitos, con más razón.
- ¿Y por qué está ciego, tito?
- Pues…porque se le pusieron malos los ojos, hasta que se le saltaron.
- ¿Y le dolió mucho, tito?
- ¡Fugúrate!
………………………………………………………………………………………….

- ¡¡¡Ojú, cuántas chiquillas!!! ( Las niñas del asilo que iban de paseo) ¿Y toas, toas, toas esas chiquillas son de esa mujé?(La pobrecita hermana de la Caridad que las acompañaba)
- No, hijo; cada una de esas niñas es hija de su padre y de su madre. Sino, como en la escuela del pueblo, sois muchos los niños y cada uno tiene a su papá y su mamá, y el maestro no es padre de ninguno, esa señora, que es una monja, como la que te regaló a ti esta mañana aquel escapulario tan bonito, es la maestra de todas esas niñas.
- Entonces, ¿por qué tienen toas los vestíos iguales?
- Porque así están mejor, y no hay riñas entre ellas.
- ¿Y cómo se llaman, tito?
- ¡Vamos! ¡Eres imposible!
- Imposible ¿qué es, tito?
- Eso; lo que tú eres, ¡Muy preguntón!
- Tito, la monja que me regaló el escapulario, ¿es mu mala, mu mala?
- ¡Demonio! ¿Mala una monja? Más buena…¡Vaya! Que el pan. ¡Mala una monja!
- Entonce, ¿Por qué estaba encerrá?...
- Cuando yo ero (soy) malo, mi mamá me encierra en el cuartillo y me amarra a la máquina.
- Pues las monjas son santas, para que te enteres, y la que te dio el escapulario no estaba encerrada.
- ¿Po pa qué tenía aquella ventana?
- Porque el convento es la casa de las monjas, ¿Y no hay una cancela entre el patio y el zaguán de casa? Pues en la casa de las monjas también la hay, y las monjas se asoman por allí para hablar con la gente.
- ¿Y quién la había achocao?
- ¡Achocado, criatura!...
- ¿Pa qué tenía arreatá a la cabeza aquellas…vendas?
- ¡Cuando te digo yo a ti que eres capaz de apurarle la paciencia a un santo!...
- ¿Y paciencia qué es, tito?


[CENTER]III[/CENTER]

Y así desde que entró en Sevilla hasta que lo devolví “al lugar de procedencia” , preguntándolo todo y ensartando las preguntas unas tras otras, sin cerrar aquel pico, ni de día ni de noche; entreteniéndome las más de las veces, aburriéndome otras y hasta desesperándome alguna, sin que hubiera santo en el cielo que lo callara.
Y fue a nuestro viaje de regreso, allá por entre las estaciones de Sanlúcar y de Benacazón, cuando, rezando yo el breviario y él enfrente de mí jugando con los mil cachivaches que llevaba, me vino con uno de sus interrogatorios de costumbre:

- Tito, ese hombre, ¿por qué le hace bujeros a los billetes?
- Mira, déjame en paz, que estoy rezando y me distraes.
- Y me distraes, ¿qué es, tito?
- Lo que tú estás haciendo desde que naciste: quitarme la atención y apurarme la paciencia.
- Y paciencia ¿ qué es, tito?
- ¡Pero eres… de remate!...¡toma esos caramelos y entretente. Y como me preguntes lo más mínimo…
- Y mínimo, ¿qué es, tito?
- Pero; ¿te quieres callar, por Jesucristo vivo?...Mínimo es…fíjate! Que en cuanto me preguntes una palabra más, y en cuanto no te calles hasta Hinojos, ¡Lo hago y lo retehago! Aunque se hunda el mundo…
- ¿Qué vas a jacé, tito?
- ¿Que qué voy a hacer?... lo que debí haber hecho cuando íbamos para Sevilla…¡Lo que te estás mereciendo por preguntón! ¡¡Tirarte de cabeza al río de Aznalcázar!!
- ¿Y está mu jondo, tito?

sacado del libro Vividos y contados
JF Muñoz y Pabón (1886-1920)