A contraestilo y casi por sorpresa, como manda la idiosincrasia verdiblanca. Así logró el Betis en La Rosaleda una victoria que vale su peso en oro. Sobre todo porque mantiene al equipo con siete puntos con respecto al descenso, haciendo que, de momento, la épica reacción del Zaragoza no empiece a hacer mella en los nervios de la afición del Villamarín. Aunque aún queda mucha tela que cortar. Hay que seguir.

Quedan ocho jornadas por delante y la salvación matemática está, aproximadamente, a otros tantos puntos de distancia. Así, las cuentas son aún más claras de lo que ya lo eran antes: hay que sumar como sea en cada partido. Da igual que sea dominando o recibiendo un baño y matando a la contra. Es obligatorio llegar a los 43 cuanto antes. Todo lo que no sea eso, significaría volver a jugar con fuego sin necesidad. Porque sí, Sporting y Racing parecen condenados sin remedio a la quema, pero, visto lo visto, queda en juego una plaza más para el ‘infierno’ de Segunda.

Y un buen cliente para ocuparla podría ser el próximo rival heliopolitano, un Villarreal acostumbrado a vivir en las alturas clasificatorias durante los últimos años y que ahora sufre unas urgencias de las que parecía haberse despedido para siempre. Una derrota ante los de Mel el próximo sábado, podría dejarle a tan sólo un punto de los ‘bajos fondos’ de la tabla, activando todas las alarmas en El Madrigal. Se trata, por tanto, de una ocasión de oro para que los verdiblancos den un nuevo paso de gigante hacia la permanencia.

Porque el duelo de esta jornada no es de los que valen sólo tres puntos, sino mucho más. Es un ‘matchball’ en toda regla, de esos que, desgraciadamente, el Betis se ha convertido en un auténtico experto en desaprovechar. Pero esta vez no se puede dejar escapar la oportunidad. La tranquilidad casi definitiva está a noventa minutos de distancia y, aunque queden todavía los encuentros contra Real Sociedad y Sporting en la recámara, no se la debe hacer esperar más.

La grada es consciente de ello y, a buen seguro, llenará el Villamarín para que el equipo vaya en volandas hacia el triunfo. Sólo resta que la plantilla salga con la misma convicción al terreno de juego, dándolo todo desde el primer minuto y demostrando que, ahora sí, ha llegado la hora de desterrar a la calculadora para siempre. Caer no es una opción, sólo una innecesaria vuelta a empezar.

Por ello, está prohibido fallar el sábado. Todo lo que no sea colocar al ‘Submarino Amarillo’ al borde del abismo, es inaceptable. De una vez por todas, los de Mel deben dejar a un lado su función de ‘desfibrilador liguero’ y no dar vida a un rival directo. Y es que cada vez queda menos camino por delante y, qué duda cabe, la distancia siempre se hace más corta cuando, como ocurre esta semana, se pueden dar pasos de gigante.

J. Julián Fernández