Tras vencer al Osasuna por la mínima, alcanzar los 42 puntos y llegar por primera vez esta temporada a seis partidos consecutivos sin perder, el Betis afronta esta semana como muchos estudiantes la recta final del curso: a la espera de lo que digan las matemáticas. Porque, esta vez sí, los números pueden confirmar definitivamente este domingo la continuidad del equipo en Primera, haciendo que las cuentas, si se quiere, sólo se hagan mirando de mitad de la tabla hacia arriba y no pendiente de los apuros de la zona de abajo.

Para que esto ocurra, a los pupilos de Pepe Mel les basta con hacer ante el Valencia lo mismo que el Sporting, que recibirá la visita del Rayo, y mejorar la actuación que tenga el Zaragoza en su visita al Mallorca. Si esta combinación se cumple, la escuadra de las trece barras tendrá ya en su mano el objetivo con el que arrancó la competición, el mismo que saborea ya desde hace varias jornadas, pero que todavía no está cerrado al cien por cien.

Y poniéndonos en el supuesto de que el domingo, cuando suene el pitido final en Mestalla, el Betis estuviese ya matemáticamente salvado, ¿qué quedaría por hacer en las cuatro jornadas restantes? Los más optimistas tendrían la respuesta clara: apurar las opciones de entrar en una Europa League que se encuentra a tan sólo cuatro puntos de distancia. Aunque, quizás, eso sería soñar demasiado.

Porque cierto es que tiempo hay por delante como para lograrlo. Por no hablar de que, como se ha encargado de demostrar la historia, los imposibles no existen cuando se tiñen de verdiblanco. Pero el retorno a las competiciones continentales parece que, al menos este año, se ha quedado fuera del alcance del conjunto de Heliópolis. Sobre todo, cuando se tiene en cuenta que los del Villamarín contarían para ello con demasiados rivales y muy poco margen de maniobra.

Tanto es así que la única opción pasaría, ineludiblemente, por un pleno de victorias en las cinco jornadas que restan por disputarse, algo que, visto lo visto, se antoja bastante complicado para el Betis. No en vano, habría que mejorar, incluso, la mejor racha de triunfos de este curso, aquella que se estableció allá por septiembre y llevó a los pupilos de Mel al liderato. Sólo de esta manera se podría pensar en algo más que en la permanencia e imponerse a unos rivales ante los que cuenta con una desventaja difícil de levantar en apenas cinco jornadas.

Puede que dentro de siete días, todo se vea diferente, que el capricho de los resultados haga que la distancia sea menor y la licencia para soñar, más que dar permiso se convierta en obligatoria. Pero para que eso ocurra, antes que nada, habrá que sacar algo positivo en Mestalla, dejando definitivamente en el bolsillo el derecho a jugar un año más en la máxima categoría. Ese, y no otro, debe ser el objetivo de esta semana. Porque para pensar en un cambio de objetivo hay que esperar a ver lo que dicen las matemáticas.


J. Julián Fernández