Ridícula. Así fue la imagen del Betis el pasado sábado en Málaga, donde a los pupilos de Pepe Mel, simplemente, se les olvidó competir. Ni siquiera vale la excusa de que durante los doce minutos que el equipo estuvo con once llevó la manija del partido, porque cierto es que no pasó apuros durante ese corto periodo, pero tampoco hizo nada reseñable. Es más, incluso entonces se produjo la primera de las tres pérdidas de balón que se tradujeron en goles en contra.
Porque a partir de un fallo verdiblanco Eliseu se quedó sólo delante de Casto y el extremeño, a la desesperada, le hizo un penalti clarísimo. Y es que esta vez el colegiado, a diferencia de lo que pasó contra el Atlético, no tuvo especial incidencia en la derrota heliopolitana, hasta el punto de que lo único que se le puede echar en cara es que no anulase el 2-0 por fuera de juego de Portillo. Pero, que a nadie se le olvide, el encuentro tuvo tres goles más y, de ellos, el único causante fue el conjunto de las trece barras.
Tanto es así que el tercero lo firmó Amaya, que para nada estuvo a la altura de lo que requiere una defensa de Primera división. Como tampoco los laterales, Nélson y Nacho, que se convirtieron en meros espectadores de cómo los rivales convertían sus bandas en una auténtica autopista. A eso habría que unirle que la medular perdió consistencia pese a contar con más efectivos de lo acostumbrado. Rubén Pérez y Cañas fueron dos auténticas máquinas de perder balones y, así generar juego resulta imposible.
Máxime cuando Juan Carlos, único extremo que quedó en el terreno de juego, brilló por su ausencia y Mel optó, incomprensiblemente, por dejar en el banquillo a un Rubén Castro que es tan esencial para el equipo como el aire para respirar. Había que hacer rotaciones para paliar los efectos del cansancio, sí, pero el míster se equivocó eligiendo a quien daba descanso. Además, el canario está acostumbrado a jugarlo prácticamente todo desde que llegó al Villamarín, por tanto, relegarlo al banquillo resulta de lo más absurdo.
Así, lo único bueno fue el debut de Adrián, quien tras muchísimos años de espera debutó oficialmente con el primer equipo, al que salvó de un correctivo mucho más severo y que, por momentos, mereció. No se le pueden dar tantísimas facilidades al contrario, que jugó a placer frente a un equipo al que le faltó intensidad y actitud en todo momento, indolente e incapaz de sacar a relucir sus virtudes, pero dejando sobre el césped un muestrario completo de todos sus defectos.
Hay que mejorar muchísimo, sabiendo que para hacer daño al contrario lo principal es no generárselo a sí mismo, protegiendo las salidas de balón y apretando al adversario en todo momento. Si no, las cosas se pueden complicar demasiado y no precisamente, como defienden algunos, por las decisiones del árbitro. Porque en La Rosaleda el Betis cayó por deméritos propios. Tres de los cuatro goles vinieron porque los verdiblancos estaban dormidos en la parcela ancha y le dieron el esférico a contrario, algo que hay que subsanar cuanto antes para ser capaz de remontar el vuelo.
La primera oportunidad para hacerlo, el sábado ante una Real Sociedad que llega pletórica, después de llevarse el derbi vasco, y que quiere estrenarse por fin lejos de Anoeta. La escuadra de las trece barras será la que decida si lo hace. Si salta al campo mentalizada y dispuesta a darlo todo, los puntos no se irán hacia San Sebastián, pero si, por el contrario, vuelven a hacerlo como frente al Rayo o el Málaga, poco o nada podrá hacer para que no hagan las maletas. Por tanto, hay que tirar de autocrítica y trabajo, dejando a un lado la fácil acusación de que “todo es culpa de colegiado”.
J. Julián Fernández
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#1Danielinho182 comentó02/10/12, 16:56:15Editar un comentarioQue te expulsen injustamente a un jugador en el minuto 10 de partido, después de estar jugándole maravillosamente bien al Málaga en su estadio, tengas que jugar 80 minutos con 1 hombre menos, después de haber hecho otro doble esfuerzo por un robo mayúsculo el pasado miércoles, no es culpa del Betis.
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