Con una victoria y un auténtico recital de pegada. Así comenzó el 2013 para un Betis que, este año sí, parece dispuesto a pelear por mucho más que la permanencia. Con 31 puntos en su casillero y una quinta plaza en la que el equipo se siente tremendamente cómodo, se ve más a tiro de piedra la previa de la Champions que una salvación a la que las matemáticas aún no han dado su visto bueno, pero con la que todo el mundo cuenta.
No en vano, los pupilos de Pepe Mel por fin han perdido el miedo a las alturas, haciendo gala de una ambición que ha acabado con todos los complejos y el conformismo, amenazando con recuperar el pasaporte que dé derecho a pasearse el año que viene por el ‘Viejo Continente’. Esta vez, los de La Palmera si están demostrando una regularidad que el año pasado apenas apareció a cuentagotas y que ahora, en grandes dosis, debe servir para certificar el regreso a Europa.
Cierto es que hay que ser prudentes, porque queda un mundo por delante y el Betis, bien lo sabemos todos, es capaz siempre de lo mejor y lo peor, pero la situación actual invita por completo al optimismo, al retorno de unos tiempos que fueron mejores y que ahora, tras esperar demasiado, vuelven a aparecer al alcance de la mano. Para eso, sólo hay que mantener la misma línea de esfuerzo y trabajo, y, a poco que acompañe la suerte, el éxito llegará de la mano.
Y es que 2012 mostró el camino y, de momento, el grupo se lo ha aprendido de memoria. Basta tener en cuenta que salga quien salga el equipo no pierde potencial, haciendo que ni siquiera bajas tan sensibles hasta hace bien poco como la de Beñat, que últimamente está lejos de su mejor versión, se noten demasiado. Ante todo, brilla el colectivo, aunque haya piezas que resplandezcan más, como un Rubén Castro que, inexplicablemente, sigue sin entrar en los planes de Del Bosque pese a que sus goles llaman con toda la fuerza del mundo a las puertas de la selección.
Como consecuencia, el único deseo de la fiel infantería verdiblanca para este nuevo año es que nada cambie, manteniéndose intacta una dinámica que ha hecho que la ilusión campe a sus anchas por la grada del Villamarín, donde se esperaba como agua de mayo la posibilidad de mirar la tabla de la mitad hacia arriba. Hasta ahora, no se ha tenido el horizonte en otro lado, ni se desea cambiarlo, por más que nos hayamos visto obligados hace nada a sustituir el calendario.
Quizás por ello, en La Romareda, el Betis demostró sobre el césped que, más allá del dígito final del año, nada más se ha visto modificado en el equipo; que las ganas de hacer algo grande permanecen intactas y que sobran intenciones de lograrlo. La idea está bien clara y la actitud, afortunadamente, también. Sólo hay que esperar que se mantenga el tiempo necesario hasta que la competición, jueza suprema de todo en el mundo del deporte, dicte sentencia. Que así sea.
J. Julián Fernández
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Así en 2013 como en 2012
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