Euro BetisSufriendo de lo lindo, haciendo difícil lo que pintaba demasiado fácil y arreglándolo todo cuando menos probable parecía. Así logró el Betis certificar su pase a la próxima edición de la Europa League, poniendo de este modo el broche de oro a una temporada que empezó con el único objetivo de la permanencia y que, según ha ido avanzando, ha permitido el retorno del equipo a las alturas.

Un final de curso que terminó con euforia, pero al que quizás le sobraron nervios y emoción en su último acto. Aunque Jorge Molina, con un golazo, se encargó de acabar con todos los miedos, haciendo que, de paso, su nombre pasase a la historia de una entidad que, poco a poco, vuelve a estar en el lugar que nunca mereció perder.

Porque en los últimos años han pasado muchísimas cosas como para pasar por alto la importancia de este éxito. No en vano, llega tras casi una década en la que el club de La Palmera, después de tocar el cielo con la Copa del Rey y la clasificación para la Champions, vagó a la deriva económica y deportivamente, dando con sus huesos en el ‘infierno’ de la Segunda división.

Un ciclo catastrófico al que se le comenzó a poner punto final desde los juzgados y que ha quedado definitivamente atrás gracias al trabajo, la entrega y el pundonor de un cuerpo técnico y un vestuario que rebosan ambición.

Se ha pasado en apenas tres temporadas de pelear por el ascenso en la ‘Categoría de Plata’ a conseguirlo de manera holgada, sin pasar apuros para sellar la permanencia en Primera durante la siguiente y volver a Europa en esta.

Todo gracias a currantes del fútbol, gente que no acapara flashes ni titulares por no tener nombre o que de tenerlo es gracias a lo bien que han ido haciendo las cosas desde que visten de verdiblanco.Y, al frente de ellos, un entrenador, Pepe Mel, que va camino de ganarse un monumento en el Villamarín.

Ni los cambios institucionales, ni varapalos como la enfermedad de Miki Roqué, ni dinámicas de malos resultados, ni desastres como el del 5-1 encajado en el derbi de esta campaña en Nervión… nada ha sido capaz de impedir el crecimiento del Betis desde que el madrileño asumió el cargo, hasta el punto de que en la 13/14 será el más longevo de cuantos estén en Primera.

Un reflejo más de que todo funciona casi a la perfección en clave heliopolitana, en el seno de una entidad única e irrepetible, que en sus casi 106 años de historia ha sabido sobreponerse a las adversidades siempre, levantándose cada vez que se ha caído. Como también ha ocurrido ahora, incluso cuando las alegrías llegan salpicadas de mayor emoción y sufrimiento del que sería lógico o, incluso, recomendable.

Aunque poco importe eso a una afición que por fin se ha acostumbrado a cambiar los apuros por sonrisas.

Quizás, porque tras demasiado tiempo perdido, el club ha vuelto a reencontrarse a sí mismo, regresando al sitio que le pertenece por importancia y masa social. Pero, eso sí, lográndolo no de cualquier manera, sino como mandan los cánones, al más puro estilo Betis, ese que va, sin solución de continuidad, del ‘Manquepierda’ al orgullo del ‘Musho Betis’, el mismo que hace que hasta los éxitos sepan diferente cuando se tiñen de verdiblanco.

J. Julián Fernández