Era sólo el inicio de la historia de un águila verde en Sevilla. Nosa es el mayorde una familia de cuatro hermanos y de pequeño pudo cambiar su historia dedicándose al tenis de mesa, deporte en el que resulta casi invencible, o al baloncesto, su otra gran pasión. El pasado año fueron muchos los jugadores del Real Betis que sufrieron los avatares de su exposición a lo público. Chica, Jorge Molina… pero de todos los actuales componentes de la plantilla fue el nigeriano el peor parado. No ayudaba su escaso interés en hacerse con la lengua de Cervantes, su actitud, vestimenta, las formas a la hora de saltar al terreno de juego.
En ese desierto encontró un oasis, el mejor enclave para refugiarse: los brazos del encargado de sacar sus virtudes, Pepe Mel.
El técnico madrileño nunca dudó de Nosa, es más, lo convirtió en el alumno aventajado. Lo protegió contra viento y marea, en cada rueda de prensa hablaba maravillas de Nosa: “Está llamado a ser, si él quiere, un hombre importante en el Betis”. Mel tenía una fe ciega en el discípulo, inquebrantable a pesar de los pesares. Nosa se marcha con su selección a jugar la Copa de África y de lo que paso después se han escrito ríos de tintas. El centrocampista pudo cavar su tumba, de nuevo Mel salió al rescate. Esa confianza resultó decisiva para ver la mejor versión de Nosa. Era el tramo final de liga y el futbol empezó a emanar de sus botas. Es más, en esta pretemporada, se destapa como pieza fundamental en este EuroBetis. Nosa renace de sus cenizas, la afición parece haberle perdonado y Mel erre que erre. El alumno aventajado tiene motivos para sonreir, lo atisbado, lo que muchos intuían, florece.
Nacho Vento