Dolorosa e injusta derrota del Betis en La Rosaleda en un partido que debió ganar. No lo hizo por una simple, sencilla y triste razón: la falta de calidad de los jugadores verdiblancos a la hora de definir ante la portería rival.
El equipo de Mel fue de menos a más en el partido. Empezó con muchas dudas y muchas imprecisiones, en una de ellas llegó el gol de Santa Cruz, que cabeceó hasta en dos ocasiones en el área pequeña sin la oposición de los defensas béticos y de un dubitativo Andersen.
Reaccionó el Betis y empezó a adueñarse de la pelota. Nono y Verdú conectaron bien y el juego de los verdiblancos fue creciendo. Llegó el empate con un magistral lanzamiento de falta de Verdú. El resultado se igualaba y hacía justicia con los béticos.
Recién empezada la segunda mitad Perquis tuvo que ser evacuado en ambulancia tras un fuerte golpe con un rival. Llegaron los mejores minutos del Betis, con contragolpes bien empezados que no tuvieron la resolución deseada.
En uno de ellos, Sergio Sánchez cometió un clamoroso penalti sobre Vadillo en las mismas barbas del árbitro, que se hizo el loco de manera descarada. A continuación llegó el gol de Eliseu, y sin tiempo para lamentarse, Jordi conectó un cabezazo tras una falta lateral y ponía de nuevo las tablas en el marcador.
Debió el Betis ganar el partido en una jugada en la que Steinhoffer y Molina se quedaron solos delante de Caballero, pero el alemán mando un ridículo pase que no pudo ser aprovechado por el delantero de Alcoy.
El Betis perdonó y no lo hizo el Málaga, que se aprovechó de otro error de Steinhoffer (¿en qué diablos pensaba Pepe Mel cuando sacó al alemán?) para lograr el gol de la victoria tras un serie de rechaces afortunados dentro del área bética.
A perro flaco todo se le vuelven pulgas. El Betis tiene una colección. Tanto tiene, que si no lo espulgan rápidamente, se va a ver en un túnel muy muy oscuro con una sola salida: la Segunda División.
LO MEJOR: que tuvo la victoria en sus manos.
LO PEOR: no saber ganar el partido.
Pablo Caballero Payán