Si no, que se lo digan a Gil Manzano, cuya figura bastó y sobró para hacer que los pupilos de Calderón cayesen ante el Athletic de Bilbao. De hecho, dejó sin sancionar dos claros penaltis a favor de los de La Palmera, señaló como tal una falta fuera del área sobre Kike Sola que se tradujo en el 0-1, pecó de rigurosidad a la hora de expulsar a Lolo Reyes y, con su pésima labor, terminó de desquiciar a un conjunto que ya solo ve el camino que lleva al ‘infierno’ de Segunda.
Obviamente, a esta categoría no va a llegar solo por culpa de un árbitro al que, probablemente, le haya dado vergüenza ver en casa su actuación en el Villamarín, pero sí que es verdad que sin él sobre el terreno de juego la historia habría sido distinta en este partido. Puede que se hubiese perdido, porque este Betis se ha acostumbrado a ello a lo largo y ancho de lo que llevamos de campaña, aunque de haberlo hecho habría sido en igualdad de condiciones, premisa básica desde la que parte cualquier tipo de competición.
No obstante, pensar que eso se respeta en una Liga tan adulterada como la española es poco menos que soñar despierto. Sobre todo, cuando hablamos de un club que nunca ha caído bien ni a Villar ni a los colegiados y que encima ahora ha visto cómo la pésima gestión de la entidad le ha hecho perder el poco peso que podía seguir teniendo ante ellos. En definitiva, parece que el famoso Murphy se ha comprado una elástica verdiblanca y está dispuesto a hacer que se cumplan a rajatabla todos los preceptos de su archiconocida ley, haciendo que todo lo que pueda salir mal tenga opciones de acabar incluso peor.
Y todavía quedan 14 encuentros oficiales por delante para que esto suceda, pese a que a estas alturas los únicos objetivos sean acabar el curso con cierta dignidad y, a ser posible, dando la cara en el derbi. No obstante, ni siquiera esto podría ser posible para un equipo al que la competición ya le ha dado su extremaunción, vivo únicamente por el capricho de unas matemáticas que obvian lo principal, que los puntos que podrían permitir el milagro de la salvación seguirán escapándose sin solución de continuidad debido a los fallos del equipo, los árbitros o una conjunción de los dos. Así, solo queda desear que la tormenta pase pronto y, una vez despejado el cielo, se pueda empezar de verdad otra vez de cero.