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ID:	6574845Unas veces desde fuera del club y otras desde dentro, el Betis -el sentimiento de una afición al fin y al cabo-, está padeciendo esta temporada un preocupante ninguneo. Ese "respeto" que pedía Calderón en la sala de prensa tras el partido frente al Athletic de Bilbao y que dio la sensación de no guardar en esta ocasión el colegiado del encuentro Gil Manzano, determinante en el choque.

Aunque en los últimos tiempos circulan ciertas teorías, no soy de los que piensa que hubo premeditación. Sí hay comodidad y ninguneo hacia un equipo como el Betis, prácticamente en Segunda. Los errores que cometió Gil Manzano en el Benito Villamarín cuesta creer que los cometiera en el Santiago Bernabéu, Nou Camp o Vicente Calderón. El escándalo sería mayúsculo.

Es difícil superar un arbitraje tan nefasto como el que protagonizó el extremeño, al que consideran uno de los mejores colegiados de la categoría. Para echarse a temblar. Los dos claros penaltis no señalados al Betis -derribo a Rubén Castro y mano de Balenziaga-, el sí pitado con decisión a Perquis por falta a Sola fuera del área. Errores imprescindibles para el resultado de 0-2.

Correcta la expulsión de la Perquis -muy torpe el central-, la de Lolo Reyes se antoja rigurosa, sin saber con exactitud las protestas de la primera amarilla del chileno y tras ver la involuntariedad de la mano de la segunda. Sumen detalles como finalizar la primera parte antes de llegar al minuto 45 con el balón para el Betis, o permitir sacar el balón al Athletic en una falta diez metros por delante del lugar de la infracción.
En definitiva un despropósito de errores siempre en la misma dirección. Una actuación que, paradójicamente, se cargó las opciones de un Betis más intenso que nunca y que hasta el 0-1 le mantuvo el pulso al Athletic de Bilbao. Incluso los pupilos de Calderón tiraron de orgullo y dignidad con uno y dos futbolistas menos para rondar el empate. Por una vez esta campaña, el colegiado fue hasta mucho peor que el propio equipo.

A estas alturas si el Betis está desahuciado en la clasificación no es ni mucho menos por los árbitros, a pesar de que en una balanza el perjuicio haya superado a los beneficios. Claro que la actuación de Gil Manzano fue la más alarmante. Está por ver que su actuación tenga consecuencias en forma de 'neverazo'.
Un día es el árbitro y otro día es la Liga de Fútbol Profesional (LFP) quien pisotea al Betis con el autoritario cambio de hora del Villarreal-Betis para homenajear a la afición del conjunto castellonense. Perjuicio deportivo por el poco descanso del equipo tras el viaje desde Kazan y tremendo agravio comparativo -sin desmerecer a la afición del Villarreal-, por casos similares que sucedieron con el Betis y que acabaron con el cierre del estadio.
En unos se identifica al autor y en otros -el mecherazo en el Calderón también como ejemplo- no. En unos casos hay castigos y en otros homenajes. Situaciones que desacreditan más todavía la que algunos se esfuerzan en catalogar como la mejor liga del mundo y que da la impresión de considerar al Betis un actor muy secundario. Si no, no se entiende actuaciones arbitrales como la de Gil Manzano o la decisión de LFP, con Javier Tebas al frente, el mismo personaje que fue reclutado en su día para el Betis.

Claro que en todo esto también tiene mucha responsabilidad la clase dirigente de la entidad verdiblanca. Sin un liderazgo potente y sin fuerza en los estamentos desde hace tiempo, es más fácil ningunear a un club que difícilmente pondrá pie en pared. Una orfandad de un Betis al que decisiones externas e internas debilitaron. Sólo la afición es fiable en todo esto.