No en vano, hubo que esperar al alargue para ver cómo Juanfran firmaba el definitivo 4-3, que prácticamente condena también al Valladolid a regresar como visitante a Heliópolis la próxima campaña.
Fue el mejor desenlace posible para un partido que resultó bastante movido en el marcador, que vio cómo los pucelanos se pusieron por delante en hasta tres ocasiones y donde se escucharon más cánticos fuera del estadio que dentro. Era el día de las protestas, de exigir responsabilidades a una directiva que apenas sirve como elemento decorativo, a una plantilla que nunca dio la talla y unos técnicos que jamás fueron capaces de encontrar el camino que llevase a la permanencia. Y la fiel infantería verdiblanca actuó en consecuencia.
Así, abundaron los pitos y las críticas entre los artífices de este desastre que costará tantísimo olvidar. Solo unos pocos se ganaron los aplausos de una grada que vio cómo los suyos se batían el cobre como nunca. De hecho, la actitud de la escuadra de las trece barras llegó a desquiciar al presidente blanquivioleta, Carlos Suárez, que abandonó el palco del Villamarín quejándose de que los pupilos de Calderón lucharon más que en cualquier otro encuentro liguero. Lo más triste de todo es que tenía motivos de sobra para decirlo.
No tanto por la posible existencia de primas económicas, sino porque el Betis hizo muchísimas cosas de las que parecía haberse olvidado. Por ejemplo, derrochó actitud, sin dar el partido por perdido en ningún momento. Incluso protagonizó una remontada, algo que no ocurría desde aquel lejano derbi en el Sánchez Pizjuán en el que Beñat pasó para siempre a la posteridad en mayo de 2012.
Gran parte de culpa la tuvo la puntería heliopolitana, que demostró tener más pólvora que nunca. De hecho, ‘mojaron’ tres delanteros (Braian Rodríguez, Rubén Castro y Jorge Molina), una circunstancia que si se hubiese dado más a menudo podría haber cambiado el desenlace de esta campaña.
En cualquier caso, los verdiblancos volvieron a exhibir de nuevo sus tradicionales errores en defensa, ésos que le han condenado a irse al ‘infierno’ y que le complicaron una vez más la vida frente a un Valladolid al que le sobran ganas de salvarse pero le faltan argumentos futbolísticos. Quizás por eso los pucelanos acabaron cayendo ante una escuadra de las trece barras que mostró una de sus mejores versiones cuando poco importaba ya lo que hiciese. La suerte llevaba echada demasiado tiempo como para que este desastre de temporada pudiese siquiera ‘maquillarse’ con una simple victoria.
Ahora resta solo un trámite más antes de que la competición eche el cierre. Será en Pamplona, contra un Osasuna que se juega la vida y que, por tanto, no querrá por nada del mundo caer y ganarse el derecho a visitar de nuevo el Villamarín en la 14/15. Su juez será este Betis que sacó a relucir su profesionalidad y ambición cuando nadie la esperaba y que, quién sabe, a lo mejor intenta repetir lo mismo sobre el césped de El Sadar. Aunque todo esto debió hacerse presente mucho antes, no ahora, cuando en el seno de la afición no falta quien recuerde eso de “a buenas horas mangas verdes”.
J. Julián Fernández