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ID:	6575168Pocas ganas de lunes tengo, pero ahí estaremos, como siempre. El problema del como siempre es que como siempre se suceden cosas inexplicables. Como siempre tenemos un consejo que no se acerca mucho a su masa social. Como siempre esta última frase es del todo incorrecta porque, como siempre, puedo meter a todos los que son pero no son todos los que están.

Como siempre esperaremos a última hora milagros postreros con el ahorro previo para cruzar faxes de última hora con jugadores que entran y salen.
Como siempre los béticos caen en las fauces de ese sentimiento monopolizado que es el verdiblanco. Como siempre más abonados que la mayoría de equipos, de primera y por supuesto de segunda. Como siempre.

Como siempre dando oportunidades a quienes aquí nos han llevado para elevar la voz con algo de razón, o más bien con razón, pero en este caso también les sirve para esconder que por eso estamos aquí, que podíamos ser un Murcia cualquiera. Como siempre.

Tenemos masa social, tenemos dinero que devolver, pero también tenemos la terrible experiencia de llenar las arcas para dejar morir de fútbol al equipo. Un administrador judicial no tiene que entender de fútbol y, por ello, también puede provocar el desastre que se supone que viene a corregir.

Como siempre, dar oportunidad a los oportunistas es ya una constante, como siempre.
El lunes, si el palco recibe una sonora pitada espero que sea positiva, que no se enroquen en posiciones que no sirven más que para meternos más en el pozo.

Que miren a las gradas, pobladas como siempre, con béticos entregados como siempre, pero si también ven pancartas u oyen pitidos en su contra, tengan en cuenta que los béticos hemos sufrido mucho cuando creíamos que estábamos en buenas manos, como siempre.

Señores del consejo, les pido que si en su beticismo entienden que no pueden ir más allá, abandonen, que su exigencia sea la más alta, que su beticismo sea lo primero. Y en ello hay que tratar de equilibrar muchas situaciones. Pensar en la deuda como un contrapeso indispensable lleva a que el equilibrio nos tire del fino alambre donde nos encontramos.

La Recontracrónica