Nuestro míster, empeñado y agarrado a un lenguaje donde cuando se juega fatal se le da la vuelta y nos cuenta que el marcador inicial en contra ha marcado el normal desarrollo del encuentro, nos ha mostrado una vez más que las matemáticas son algo chicloso, gomoso y flexible, que la ley que dice que estar a nueve puntos del primero son tres partidos que debemos ganar y ellos perder y que todo un gran Betis con 36000 personas detrás no lo es porque se conforma con seguir luchando desde su trinchera cavada en el sexto puesto.
La culpa no es de Velázquez, él hace lo que puede con su talento, potencia y sapiencia, la culpa es de quien en no sé qué estado se niega a recurrir a esos cambios que son necesarios en el banquillo verdiblanco.
Llevamos una intervención judicial que nos lleva por unos caminos ciertamente ridículos. El hecho de ahorrar en verano lleva a derrochar en diciembre pero siempre volvemos a ahorrar para ahora esperar en derrochar.
El problema de nuestro míster, ya digo, no es nuestro míster, es que sus superiores nos han querido enseñar que empates son victorias mientras esas sangrías de dos en dos mantenían nuestra esperanza y alejaban nuestro objetivo.
Nueve puntos, casi un mundo en una liga que va por su tercera parte consumida.Perplejo me quedé en la rueda de prensa del entrenador visitante, se le recuerda que el viernes pasado dijo que para ganarle al Betis había que tener intensidad y anticipación. Correr lo llaman en mi barrio, correr y correr. Y eso han hecho.
Este Betis al que vamos a ver sin ganas, que ganando dos a cero nos transmite un desasosiego enorme y se nos eriza el vello pensando en lo que viene tras ir ganando... Este Betis no se merece esto. Tenemos jugadores muy buenos, tanto que bien dirigidos harían buenos a los que no lo son. Estoy convencido. Pero para estar bien dirigidos en el banquillo los de más arriba tienen también que hacer su parte y poner fin a tanta desdicha con la meta del sexto puesto como si nos fuese la vida en ello.
La vida, a este Betis, se le está escapando entre las manos de miles de béticos porque quienes deben tomar responsabilidades hacen que todo lo bueno parezca malo y lo malo, mucho peor.
Esperemos que sean capaces de irse dejando un poso de esperanza y no un pozo de tragedia.
Juan Carlos Pérez