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ID:	6575339El Betis conjugó en un solo un partido un auténtico desastre de 75 minutos que le colocó un 0-4 en contra, la reacción del cuarto de hora final que maquilló el resultado y casi le valió para la remontada con el 3-4 y la marca de Rubén Castro, que con 95 tantos le coloca como el máximo goleador de la historia del club. El Betis de los extremos volvió a aparecer una vez más.

Con todo, el arreón final no puede hacer borrar el espanto que perpetró el equipo y la descorazonadora sensación que dejó. Es verdad que la Copa del Rey no es prioritaria para los verdiblancos en esta temporada en la que el único objetivo es el ascenso. Sin embargo, de ahí a lo que firmó el Betis durante tres cuartos de partido hay todo un mundo.

Si ya de por sí la hora del choque, con el frío y los precios colocados por el club, eran poco menos que una falta de respeto para el aficionado, el nivel futbolístico del Betis se unió a ese despropósito. Inadmisible el nivel del conjunto bético, por más que fueran los suplentes ante un Almería que tampoco colocó en el campo a su mejor once y que estuvo salpicado de canteranos.

Lo sucedido redunda en lo poco o nada que le aportan a este Betis determinados futbolistas. Casado, Perquis, Matilla, Chuli... firmaron otro partido horrible. Llueve sobre mojado con el rendimiento de estos jugadores. Con ellos en el campo el equipo fue endeble atrás e insípido arriba. Todo en un ambiente de frialdad y desánimo generalizado.

Tan viejo como el fútbol es que hay titulares y suplentes. Sólo tres cambios, la inclusión de Rubén Castro, Jorge Molina y Kadir, le dieron otro aire al equipo en el ratito final. Ya no sólo fue una cuestión futbolística, sino el entusiasmo que generaron en el juego de un equipo plano y anodino hasta el momento. En ese cambio fue clave otra vez la figura de Rubén Castro.

El canario poco tiempo necesitó para marcar. Con su tanto se convirtió en el máximo goleador verdiblanco de la historia en solitario con 95 dianas. Increíble la fiabilidad anotadora de un Rubén Castro, sobre el que cabe preguntarse cuántos goles podía haber marcado si hubiera estado rodeado de jugadores de mayor nivel, o si hubiera vivido temporadas menos convulsas en el Betis.

El caso es que Rubén Castro contagió al equipo e incluso estuvo cerca la remontada de los heliopolitanos. La noche y el día el Betis con o sin el punta canario, más allá del gol. Perquis y Molina anotaron dos nuevos tantos y los verdiblancos maquillaron un resultado que incluso deja abierta las opciones en la eliminatoria. Algo que, dicho sea de paso, tampoco es trascedente en estas circunstancias.

No se puede juzgar de manera definitiva a Juan Merino. Hay quien le puede discutir -con razón- el once, pero no es ninguna locura que a tres días vistas del duelo contra el Mallorca reservara a los titulares para la Liga, lo que realmente importa. Incluso los cambios, como ya sucediera en Palamós, le aportaron al Betis. Tan responsable del desastre de los 75 minutos como de la reacción final el técnico.

Lo que sí es peligrosa la indefinición que vive el banquillo verdiblanco. Si desde el club la apuesta es Juan Merino, plenos poderes para el linense. Si no es así, urge que el nuevo entrenador llegue y se ponga a trabajar cuanto antes. Eso y los refuerzos, porque lo del Almería demuestra que hay una serie de jugadores en el Betis que no dan el nivel para luchar por el ascenso.