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ID:	6575359Con el final de año llega la hora de los análisis globales y en el caso del Betis el resultado es simple pero duro. Año horrible 2014 para la entidad verdiblanca. De un lado, descalabro deportivo con un descenso cantado desde meses antes y con constantes ridículos por un lado; de otro, la galopante crisis institucional con cambios en el consejo y la impresión de no encontrar dirigentes a la altura.

Lo único que mantuvo el pulso al Betis, como siempre, fue su afición. Más allá de manidos y recurrentes debates sobre la exigencia o no, cualquier institución deportiva que hubiera vivido los avatares béticos de 2014 hubiera quedado más que tocada e incluso sería cuestionable su supervivencia. Como casi siempre en la historia del club, lo social quedó años luz por encima de lo deportivo y lo institucional.

Puestos a sacar algo positivo de 2014 es que el año se acaba. Es complicado que al Betis le pueda ir a peor. Los expertos en economía dicen que en tiempos de crisis surgen las grandes oportunidades, los momentos de las catarsis. A eso se debe aferrar la entidad heliopolitana para afrontar un año en el que debe aprender de los errores del pasado para que no se vuelvan a cometer.

Puede ayudar la inercia de los últimos compases de 2014. La racha de Merino, el golpe de efecto de la vuelta de Pepe Mel... deben ser motores de impulso para 2015. Si después de todo lo mal que se ha hecho en lo que va de temporada en Segunda, el equipo está a 3 puntos de los puestos de ascenso, a poco que se mejore el gran objetivo no es tan complicado.

Claro que para eso conviene acertar en los refuerzos y encontrar la estabilidad. En lo primero es una de las cuestiones en las que se debe aprender del pasado y afinar. Con las limitaciones económicas evidentes, no todo es el ahorro porque al fin y al cabo de lo que se trata el Betis es de un club deportivo que se mide sus éxitos en el campo. El resto es importante, pero secundario.

Probablemente esa política de club fue la que llevó al Betis a Segunda, entre otras cosas, en la época de Bosch Valero; aunque eso casi pertenece más a 2013 que a 2014. Inversión y acierto en las incorporaciones, claro está. Todo para que en el año que comienza la entidad heliopolitana retorne a su hábitat natural. El que por afición y tradición le corresponde.

Imprescindible el ascenso, incluso para lo económico, el objetivo no debe servir para que el club se acomode si lo logra en junio. Debe ser el primer paso para que se pongan los cimientos del futuro y que el Betis no repita su ciclos históricos que salpican con descensos sus temporadas en Primera. Para ello debe encontrar la estabilidad en el campo y también en la dirección de la entidad.

El Betis necesita en 2015 dirigentes a la altura y, más allá de que el reciente consejo aporte lo que no hicieron los anteriores, también ayudaría que se aclara definitivamente el panorama judicial verdiblanco. Sería otra de las grandes noticias para un club que vive una extraña situación desde hace varios años y que tampoco ayudó a encontrar la estabilidad.

Futbolistas, entrenador y cuerpo técnico, consejo, administrador judicial... todos deben contribuir para que el 2015 sea mejor. El listón reciente no está muy alto y la catarsis del club es necesaria. La que nunca falla es la afición que es lo que realmente fue Betis en 2014. Fue duro pero que conviene no olvidar para evitar que los errores vuelvan a aparecer en el futuro.