Molina y Ruben CastroHay circunstancias que no cambian en el Betis por más que pasen los años. No todas son negativas, todo lo contrario. Una de ellas es la fiabilidad de la pareja formada por Rubén Castro y Jorge Molina. Los delanteros fueron los grandes protagonistas del triunfo verdiblanco contra el Tenerife. Participaron en los tres goles y aparecieron para desequilibrar cuando más sufría el cuadro de Pepe Mel.

Desde que llegaron a Heliópolis en el verano de 2010, Castro y Molina han sido el referente goleador y atacante del Betis. Es verdad que también se puede pensar que si cuatro años y medio después el club fía su éxito a los mismos puntas, igual es que la entidad no ha evolucionado. Tal vez. El caso es que los dos siempre responden con goles y rendimiento y ante el Tenerife fue otro nuevo ejemplo.

Lo de Rubén Castro agota los calificativos. Por repetido no deja de ser el jugador franquicia de este equipo. Sin sus goles, por ejemplo, el Betis pudo estar al doble de puntos de distancia del ascenso -de los ocho que rezaba la clasificación-, cuando fue cesado Velázquez. El espectacular segundo tanto del Betis contra el Tenerife define al canario. El recorte y la definición son de futbolista caro.

El 24 está varios escalones por encima de todos. Sin embargo, Jorge Molina también es capital en este equipo. A pesar de haber perdido la titularidad en el duelo con Rennella, Molina es un futbolista honrado como pocos en el campo. Además, independientemente del acierto de cara a puerta, su mejor virtud es su capacidad para combinar con los futbolistas que le acompañan en ataque.

Los dos delanteros por separados rinden, juntos más. Castro es mejor aún con Molina al lado y Molina mejor con Castro. Juegan de memoria y la química futbolística en el campo también es consecuencia de la magnífica relación fuera del césped. El ejemplo más reciente fue ante el Tenerife: penalti a Molina y Castro anota el primero; buena jugada de Molina y obra maestra de Castro en el segundo; y contra con asistencia de Castro sobre Molina. Partido resuelto.

Es la ventaja de tener más calidad en el ataque que el resto de los equipos de la categoría. La sociedad de delanteros resultó clave en el último ascenso. Entonces tenía un tercer aliado, Salva Sevilla, que les suministraba balones a los dos. Ahora no está el almeriense, aunque bien podría cumplir ese papel Dani Ceballos. Tiempo al tiempo.

El caso es que Castro y Molina aparecieron para desequilibrar cuando peor lo pasaba el Betis contra los insulares. Durante casi sesenta minutos, los verdiblancos fueron el mismo equipo plano que casi toda la campaña. Le costaba un mundo generar juego. Si acaso en los diez último minutos de la primera parte tuvo algo más de llegadas, pero incluso con el empate del Tenerife -con la imprescindible ayuda de la defensa bética- llegaron las dudas.

En estas apareció el maravilloso segundo gol verdiblanco y poco después la expulsión que dejó el Tenerife con un futbolista menos. Ahí cambió la decoración del partido y el Betis ya no sufrió por el marcador. Incluso se gustó a ratos. Probablemente se vio el fútbol que pretende inculcar Mel y la grada disfrutó. Claro que para que llegara el disfrute, el Betis resolvió por las individualidades de sus delanteros Castro y Molina.