Manquepierda19 de enero de 2015, lunes. Final de la primera vuelta de la Liga. El Real Betis alcanza el ecuador de la competición clasificado en segunda posición de la tabla ... , pero de la tabla de Segunda División.

Es decir, que el equipo bético está, ahora mismo, al menos cinco puestos por debajo del mínimo admisible para este club, y hasta 16 escalones lejos de donde sus aficionados nos merecemos vernos en la prensa en las mañanas de un lunes como éste.

Y es que, tras la salida de Velázquez, el revulsivo de Merino y la llegada de Mel; ante la reacción positiva de la plantilla; con un nuevo consejo de administración; y expectantes por la llegada de Portillo y algún que otro fichaje más; los béticos hemos ganado algo de tranquilidad e ilusión. Pero no podemos olvidar dónde estamos ni por qué hemos acabado aquí, y tenemos que mantener, y reforzar, los más altos niveles de exigencia.

El Betis perdió meses esta temporada con la errada decisión de contratar y, luego, mantener a Velázquez, un técnico que, más allá de su discutible valía como entrenador, demostró en el banquillo de Heliópolis el más absoluto desconocimiento de dónde había aterrizado y a quienes representaba cada fin de semana.

Ojalá que, ahora, el club haya emprendido por fin su trayecto por la senda adecuada: la del trabajo bien hecho, serio y rigurosamente planificado; la del compromiso y el esfuerzo; la de la excelencia y el rigor. Es el camino que lleva a los buenos resultados deportivos, más pronto o más tarde. El camino que los béticos queremos recorrer junto a nuestro equipo.

Es muy importante que nadie en la entidad pierda este enfoque en lo que queda de temporada, y en el futuro más allá del próximo verano. No deben hacerlo los jugadores, de los que los aficionados esperamos, exigimos, la máxima implicación y el mejor rendimiento para lograr el único objetivo posible, el que salde su deuda pendiente con los béticos, el ascenso. Ya lo decía Rubén Castro, uno de los máximos exponentes de la plantilla, unos días atrás: "Me siento culpable de ese descenso y por eso me he quedado aquí, para saldar esa deuda este año". Ése es el espíritu.

El mismo espíritu que debe mover a Mel y a su equipo técnico, que saben de sobra de qué va esto y que han comprometido su nombre y su prestigio en el empeño del ascenso tras su decisión de volver al club. Y el mismo ánimo que tiene que presidir la actuación del nuevo consejo, lleno de béticos comprometidos y convencidos que están obligados a acertar.

La misma filosofía, la de la exigencia, con la que tiene que seguir comportándose la afición bética, la fiel infantería verdiblanca, que se dejará la garganta y las palmas de las manos en las gradas del Villamarín y en todos los campos de esta Liga Adelante a los que siga viajando su equipo. Y que dará ejemplo, como en Gijón, de que los béticos están hechos de otra pasta. Un ejemplo que debe servir de inspiración a los jugadores, para que nunca se les olvide para que entidad juegan y a quien representan.

Y es que el 'manquepierda' es fidelidad absoluta, adhesión inquebrantable e ilusión a raudales. Pero también debe ser, principalmente tiene que ser, el nivel máximo de exigencia, la que debe hacernos reclamar los buenos resultados y los éxitos que merece la mejor afición del mundo. Porque aún nos queda mucho camino por recorrer para volver a la casilla de salida, a nuestro lugar natural en la élite. Aún hay mucha deuda que saldar.

@danielgilperez
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