De hecho, frente a la Ponferradina regaló un punto y mandó al limbo otro en el tiempo de prolongación, poniendo así fin a una infame segunda mitad en la que, como pasó también en Soria, las equivocaciones de Pepe Mel en los cambios lastraron al equipo.
Porque ante un rival que no disfrutó de ninguna ocasión clara, los verdiblancos se echaron incomprensiblemente atrás durante los últimos 20 minutos, permitiendo incluso el empate en un inocente penalti de Bruno que, unido al gol de Yuri, resucitaron los fantasmas del partido de la primera vuelta en El Toralín. Como allí, los heliopolitanos rozaron el ridículo, convirtiéndose en su peor enemigo y casi obligando a su adversario a rascar algo positivo.
Una situación a la que, según Mel, se llegó a causa de la entrada de N’Diaye por Molina, con la que buscaba a proteger a Lolo Reyes y dar mayor consistencia a la medular. Algo que consiguió en primera instancia, pero que dejó de surtir efecto en cuanto el Betis se preocupó única y exclusivamente por defender. Entonces, y aunque se pudo sentenciar en alguna que otra rápida salida a la contra, la reformulación del planteamiento táctico hizo aguas por todas partes.
Después, en sala de prensa, el técnico asumió su error, pero lo cierto es que vuelve a llover sobre mojado. No en vano, frente al Numancia también hizo algo muy parecido, sacando del campo a Pacheco para dar entrada a Lolo Reyes, algo que dejó al equipo sin verticalidad ni proyección ofensiva más allá de un par de apariciones de Portillo. Ante la Ponferradina, la historia volvió a repetirse con el mismo botín final, un punto que sabe a muy poco y que para muchos pesa menos que los dos que se han escapado.
Y es que en la Segunda división más igualada que se recuerda, cualquier cosa que no sea sumar de tres en tres sirve de poco, sobre todo cuando se desperdician oportunidades como la que se presentó esta jornada, en la que los verdiblancos podrían haber acabado colíderes. Sin embargo, otra vez se pudo dar un golpe encima de la mesa y no se encontró ni la forma ni el momento para hacerlo, obviando que, quizás, dentro de unos meses ese gol de Yuri puede marcar la diferencia entre ascender o seguir sufriendo.
Porque aunque las opciones heliopolitanas de subir continúan intactas y no se pierde con ningún rival directo en el ‘goal average’ particular (desgraciadamente en el general ocurre todo lo contrario), los dos últimos partidos han sembrado muchas dudas en el seno de un beticismo que sabía que el camino de vuelta a Primera no iba ser un paseo, pero que continúa viendo semana a semana que, ya sea por unas cosas o por otras, éste no deja de complicarse. La única solución para ello es que esta racha de diez duelos sin caer se prolongue a once esta semana en Albacete, renovando con ello ánimos, ilusiones y confianza justo antes de que frente al Girona arranque el verdadero ‘Tourmalet’ de la temporada.